Palma19/12/23 0:29
Cuando venía la Navidad, contemplábamos las figuras en el escaparate de La Flor de Nieve: monedas, carbón, brujas, enanos, cajetillas de tabaco y hasta cerillas, todo de azúcar y chocolate. Hasta había revólveres. Mi amigo decía que podíamos hacer como en las películas, «¡Saca, Joe!», apuntar a Joe y luego pegar un mordisco al cañón, mientras nos desternillábamos de risa. O bien podíamos simular un atraco: «¡Alto, la bolsa o la vida!». «La bolsa no la tengo y la vida no es mía». Nosotros nos comeríamos la pistola para pasmo de la víctima. ¡Qué divertido, ja, ja, ja! Y de pronto, ¡zas!, el cura venía por detrás y nos pegaba un sopapo de aúpa. Tenía los brazos como palas y el ceño eternamente fruncido.
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