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Vox pertenece al grupo de partidos que conforman la derecha radical populista. Estos partidos comparten al menos tres características ideológicas: nativismo, autoritarismo y populismo.

El nativismo combina xenofobia y nacionalismo, y sostiene que el Estado debe estar habitado únicamente por nativos. Esto suele dar lugar a una retórica antiinmigración. Vox es claramente nativista, y reclama la «deportación de inmigrantes ilegales a sus países de origen», nuevos requisitos y barreras para la nacionalidad y el establecimiento de cuotas basadas en criterios lingüísticos y culturales.

El autoritarismo también está presente en el discurso de Vox. Con el término autoritarismo me refiero a la creencia en una sociedad estrictamente ordenada y en que cualquier infracción a este orden ha de ser severamente sancionada. Vox muestra una actitud favorable hacia una aplicación estricta de la ley y acciones más duras contra la delincuencia interna. Es relevante señalar que, al igual que otros partidos de la derecha radical populista, los líderes de Vox vinculan discursivamente la inmigración con un supuesto aumento de las tasas de criminalidad. El autoritarismo ideológico de Vox, además de expresarse a través de una preferencia por medidas de orden público más duras, también exige una sociedad estrictamente más ordenada y defiende valores morales tradicionales como los roles de género o la familia heteronormativa.

Por último, los dirigentes de Vox hacen gala del discurso populista que sostiene que la sociedad se divide en dos grupos opuestos, el «pueblo» y la «élite corrupta», y que la política debe ser la expresión de la voluntad general del pueblo. No obstante, al igual que ocurre con los otros partidos de la derecha radical populista, en general los rasgos radicales (nativistas y autoritarios) son mucho más fuertes que los populistas.

Pese a que Vox encaja bien en la familia de partidos populistas de derecha radical, se diferencia de estos en una característica ideológica idiosincrásica que es decisiva: su nacionalismo. Esta es una característica que Vox comparte con el régimen autoritario franquista. De hecho, buena parte de la retórica de los líderes del partido recuerda al discurso de las élites franquistas. Vox expresa su nacionalismo ideológico apoyándose también en un fuerte centralismo que hace enfrentar a la «identidad española» con las identidades regionales, y aboga por la disolución de las Comunidades Autónomas y el establecimiento de un gobierno estatal centralizado. Esta posición política está fuertemente relacionada con el régimen franquista y su fuerte centralismo. Y estos guiños al franquismo son clave.

Los dirigentes de Vox no se expresan explícitamente contra la democracia. Sin embargo, han adoptado muchas de las posiciones del régimen franquista en términos de defensa de los valores morales tradicionales y nacionalismo exacerbado, con la exaltación de la supuesta grandeza pasada de España. Esto le ha permitido atraer a aquellos votantes con poco apego a la democracia que anteriormente tenían la única opción de votar al PP. Por último, el discurso de Vox y sus referencias al período dictatorial, así como la aceptación institucional y difusión mediática de la que el partido goza actualmente, pueden estar activando actitudes autoritarias en quienes hasta el momento habían presentado sólo algunas predisposiciones hacia el autoritarismo (como sucede en los colegios e institutos). Y esto último es realmente peligroso para el futuro de la democracia española.