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Hay quienes viajan en bus. La Reina tras estar en la picota por enredos del corazón, se sienta en el sofá con Gomaespuma. Los demás nos acomodamos en el transporte público, que seguirá siendo gratis en la comunidad Vivir cuesta un Ojo de la Cara. Como se publicó el 28 de diciembre, no estoy segura del todo de que no sea una inocentada y que cuelgue de nuestra espalda el muñequito del regidor de movilidad, Mr. Deudero.

Es peliagudo el tema de las inocentadas en prensa. Suena a algo del pasado, y su aroma es similar al del pescado envuelto en papel de diario. Yo renuevo mis votos cada 28 de diciembre y me descaso de la realidad porque la ficción me resulta más creíble. A ver, enciendes la pantalla, te vas a los diarios y pinchas en sus portadas. Lees que al final el equipo que gobierna en Palma se ha desdicho y va a mantener la gratuidad en los autobuses de la empresa municipal de transporte durante el 2024. Le coloca un matiz: No hay pasta suficiente que garantice la medida todo el año. ¡Ya empezamos con las rebajas! En el sí pero no, insistir en la presión ciudadana de algunos colectivos que se echaron a la calle para afear el regreso a cobrar el tique del autobús, de los más caros del Estado en la comunidad Vivir cuesta un Ojo de la Cara.

Tampoco tengo claro si seré una inocente y me creo que la Reina se ha sentado en el sofá con Gomaespuma mientras se airea su supuesta aventura con el ex de su hermana. Todo en tan folletinesco cuando leemos las noticias de palacio que vuelvo a sentarme en el autobús que me sale gratis y ya me ceden el asiento. ¡En toda la frente!, sí, soy mayor, pero sentadita me quedé. Ni tan mal. Me apuntan la muletilla unas amigas emulando el argot de sus hijos. Las de mi quinta fuimos del vale, que me ponía a cien a pesar de que, inocente de mí, también lo usé. ¡Ya te vale!

Vuelvo a tomar asiento en este viaje en el último día del año. Miro por la ventanilla, que es una forma de pasar el rato, y me abismo. Me gusta ese trance. Puedo olvidarme de la realidad chata, de las tinieblas, a las que no veo corazón sino tripas, y sentarme también en el sofá de la risa, sonreír de soslayo, escuchar los trinos de mis compañeros de viaje, en este último día del año, que no ha sido nada bueno, es trágico, duro, demoledor este 2023, al que habrá que echarle guindas al pavo. Estoy de un rancio. ¡Ni tan mal!

Huele el bus a perfume dulce, de esos que se cuelan en tu ropa como el humo del tabaco. A mi lado, una clon de Rosario con las uñas puntiagudas con paleta de color LGTBI. No da tregua al celular, pincha que te pincha, no me da para ver qué mira. Así que vuelvo a entregarme a la ventanilla del bus que hoy me sale gratis. Mañana, 1 de enero de 2024, no lo sé. Porque me parece a mí que todo ha sido una gran inocentada. ¡Feliz Año desde el asiento de un autobús cualquiera por las calles de la ciudad!