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La estrella, en latín sidus, recuerda el deseo (en latín desiderium). El deseo nos atrae, nos empuja a emprender, a arriesgarnos cuando las cosas no están claras no sabiendo si realmente podremos encontrar una respuesta a lo que buscamos. Sin embargo, seguir un deseo con la misma actitud que los Reyes Magos siguieron a la estrella nos hace experimentar una gran alegría, nos hace sentir vivos. Hay deseos, como hay estrellas, que solo se descubren en la noche. Hay cambios que solo se plantean cuando uno ha «tocado fondo». Hay gente que no concede demasiado espacio a los anhelos. Sin embargo, cuando no deseamos ya estamos medio muertos.

Los Magos, según registran los relatos bíblicos, tomaron la decisión de regresar por «otro camino», cambiaron de dirección. En la vida, un camino que una vez nos ayudó a encontrar lo que buscábamos no necesariamente sigue siendo el adecuado para encontrar lo que hoy necesitamos. Necesitamos estar abiertos a cosas nuevas y no insistir en volver a recorrer los caminos ya trillados. Quizá sea precisamente en esos caminos trillados donde ya no logramos encontrar a Dios. Quizá sea porque todavía desechamos tanto plástico que nuestras playas están contaminadas. Quizá sea porque unos siguen despilfarrando tanto que otros desfallecen de hambre. Quizá sea porque todavía gastamos en armamento que hay guerras. Urgen muchos «otros caminos», urgen nuevos deseos.