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No me gustan las generalizaciones. La razón y la reflexión aconsejan eliminarla de nuestro léxico. Estamos en un momento donde los tópicos y los estigmas son la norma. La inmigración regularizada y armonizada es siempre positiva. Ayuda a regenerar la sociedad, en países con tasas de nacimiento negativas. Aportan esfuerzo y trabajo, especialmente donde los nativos ya no quieren o no tienen necesidad de trabajar. Los estigmas siempre se producen en momentos de miedo colectivo o de ideología incompatible con la lógica y el humanismo. Dejemos el humanismo. Centrémonos en la lógica. Europa está envejecida y falta de mano de obra. Necesitamos crecer y dotar de servicios a nuestras necesidades diarias. Ellos aportan la solución. He trabajado y visto trabajar a personas inmigrantes ejemplares. Muchos incluso mejores que los nativos. En todo lugar hay imbéciles y gente sana. Ellos también.

Pero, la inmigración necesita regular. El gobierno hipócrita social comunista instalado en la demagogia tilda de xenófobo o racista cualquier aproximación a la realidad. Su discurso del buenismo, sin rigor ni análisis nos han llevado a una situación insostenible. La inmigración mala la conforman los sin papeles, que han recibido con el boato de aura solidaria, a personas que entran de forma irregular y que después dejan en la calle. Donde tienen que delinquir, en muchos casos, para sobrevivir. La mayoría sin cualificación ni conocimiento del idioma. Analicemos Europa, qué hace. Cómo ha evolucionado. Hasta Alemania ha manifestado que hay que ser más rigurosos en la permisividad. Los países nórdicos antaño los aceptaban. Ahora han restringido drásticamente. Se han generado mafias por toda Europa. Guetos de marginación. No hay factor identitario. Desarmonizan la convivencia y los valores. La marginación hace proclive la violencia. Nuestras calles en Mallorca son peligrosas en muchos momentos y lugares de la vía pública. Esto es una realidad ostensible. Acudan a los juzgados, ejemplo Manacor. No miren cifras oficiales, maquillan y mienten. Pregunten a profesionales y verán que el porcentaje de delincuencia es claramente factor inmigración superviviente. Es menester sentarse, olvidar la demagogia en ambos sentidos y ver de encontrar formas para regularizar. Buscar programas para integrar y obligarles a aceptar las reglas. Reprogramar subsidios para sustituirlos por programas de pedagogía social, aprendizaje obligatorio del idioma y profesiones que puedan favorecer su opción de aportar trabajo. Les necesitamos y son bienvenidos pero regulares e integrados.