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M ientras en España y otros países europeos, las opciones conservadoras y de ultraderecha abogan por bajar los impuestos a los más acaudalados, y de hecho lo hacen cuando tienen ocasión, en otros lares se expresan opiniones contrarias. Así, en España las comunidades autónomas regentadas por las derechas han hecho efectivos sustanciales recortes tributarios en patrimonio y renta para las franjas más ricas. Se dejan de ingresar recursos fundamentales para actuar en políticas públicas que resulten porosas para el conjunto de la sociedad. Pero, como decía, en otros ámbitos las cosas no se piensan igual. En el reciente Foro de Davos se han escuchado manifestaciones radicales en relación a los impuestos: ¡subirlos! Los emisores de tales mensajes no han sido socialistas, comunistas, ecologistas o feministas, sino personajes con chequeras amplias, profundas, abundantes. Estamos ante gentes que, aunque vivieran cien vidas, no podrían gastar todo el dinero que acumulan sus múltiples activos.
En efecto, 250 milmillonarios han redactado, en Davos, una carta con un título ilustrativo: ‘Orgullosos por pagar más'.

Tras esa soflama, se defiende la urgente necesidad –indican, sin tapujos, los firmantes– de que los gobiernos les hagan pagar más impuestos. Una de las signatarias es la joven heredera del imperio BASF, Marlene Engelhorn, que afirma que ha recibido una herencia de más de 4.000 millones de euros sin mérito alguno, añadiendo una queja insólita: «y el gobierno no quiere que pague el impuesto de sucesiones». Tras esta espectacular declaración, la idea de activar políticas redistributivas se refuerza en el actual proceso de nueva globalización. En esta, los retos son enormes, de perfil civilizatorio, con la desigualdad creciente como telón de fondo. Y para alcanzar objetivos razonables de bienestar se necesita dinero. Este no escasea, el tema radica en su justa redistribución.

En un libro reciente publicado por dos reputados economistas, Emmanuel Saez y Gabriel Zucman (El triunfo de la injusticia, Taurus, 2022), se enfatizan mecanismos de evasión fiscal de las franjas más ricas de la población, y se arguyen que, entre otras herramientas, las políticas tributarias directas, sobre renta, patrimonio y sucesiones, forman una estrategia esencial para corregir los desequilibrios que provocan las artimañas legales para eludir el pago de impuestos. A su vez, Zucman, junto a Lucas Chancel y Thomas Piketty, es codirector del más reciente trabajo que se ha realizado sobre la desigualdad global, publicado en 2022 (https://dds.cepal.org/redesoc/publicacion?id=5585). Los datos y análisis presentados se basan en el trabajo de más de 100 investigadores durante cuatro años, en todos los continentes. Contribuyen a la base de datos de Desigualdad Mundial, una vasta red que colabora con instituciones estadísticas, autoridades fiscales, universidades y organizaciones internacionales para armonizar, analizar y difundir datos internacionales comparables sobre desigualdad. Empresarios muy ricos y académicos muy acreditados coinciden en el diagnóstico. Incluso en la posología del medicamento. Hacen falta los galenos que lo apliquen.