Hace tiempo, demasiado, dejaron de llegar. Ya nadie las escribe. Hoy todo es rápido, inmediato, frío y pragmático, siempre pragmático, sólo pragmático. Nada queda de la poesía de ayer, de los amores que fueron, de los sueños que venían en un sobre para alegrarnos la vida. Recibos y extractos bancarios han asesinado a las cartas de amor. Ya nada queda del cuidado con el que volcábamos nuestros sentimientos en un pedazo de papel, nada de lo que repensábamos una y mil veces para que llegara siquiera a sugerir la inmensidad de lo que sentíamos, nada de la ilusión con la que, expectantes, las dejábamos en el buzón, nada de la espera, la dulce espera que nos hacía soñar con aquel papel que pronto llegaría a sus manos, nada de todo lo que llegábamos a imaginar que sentiría al leerla, dónde lo haría, cuándo, cuántas veces… y nada del tiempo que se negaba a pasar alargándonos la vida mientras aguardábamos su anhelada respuesta.
Las cartas
Palma01/02/24 0:30
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