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Yo soy partidario de la Superliga por la misma razón por la que dejó de interesarme el torneo V Naciones cuando empezó a jugarlo Italia. Todas esas cosas que han dicho los ministros de deportes europeos sobre la importancia de proteger y reforzar un deporte solidario y basado en valores (lo he copiado de su declaración) estarían muy bien si de lo que estuviéramos hablando aquí fuera realmente de deporte. Deporte es lo que practica uno mismo. Yo cada día procuro dedicarle al menos una horita. Cuando los que lo practican son otros entonces se trata de un espectáculo y aquí los ministros no pintan nada porque a los que estamos por el espectáculo, que somos todos los demás, y todos detrás de Florentino, la solidaridad y los valores del Almería, del Sheffield United o del Montpellier Sport Club nos importan mucho menos que su estilo de juego (y de este no es difícil hacerse una idea sin necesidad de ver un partido). Hace tiempo que los mundiales de fútbol no empiezan de verdad hasta después de la fase de grupos y la Champions hasta los cuartos de final, y aunque es verdad que todos nos ponemos la mar de sentimentales cuando nos sentamos a ver esa eliminatoria de Copa que enfrenta a un modesto equipo de Tercera con el líder de Primera en un campo de césped artificial y gradas supletorias, pocos son los que no se ponen a jugar con los canales del mando a distancia después del segundo gol.