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La nueva mayoría política en el Consell de Mallorca ha recuperado la fecha del 12 de septiembre como Diada de Mallorca, día que no cuenta con el consenso de todas las fuerzas políticas con representación en la institución insular, como tampoco la tenía la del 31 de diciembre, fecha seleccionada desde 2016 por los partidos de izquierdas y el PI.
Sobre esta polémica, parece que se centra exclusivamente en las fechas, pero a mi entender, la primera cuestión a discernir es el motivo de que se tenga que celebrar una ‘diada’. No parece que exista una gran demanda ciudadana, ni cuando la presidenta Munar la impulsó en su día ni en la actualidad, es un debate que se circunscribe a la burbuja de los políticos y asociaciones satélites, alejadas de las inquietudes de nuestros ciudadanos.
Y entonces, por qué tenemos una Diada. Mi opinión es que se creó por el interés de Munar en estimular un sentimiento de mallorquinidad que reforzara el mensaje político de Unión Mallorquina. Su fecha de ‘nacimiento’ del reino cristiano de Mallorca al margen del rey de Aragón contó con gran respaldo de todas las fuerzas políticas representadas en ese momento por la necesidad de pacto con UM, menos el PSM (Més), cuyo ideario era y es reforzar las expresiones de catalanidad, de ahí su defensa del 31 de diciembre, por conectar con la repoblación catalana de nuestra Isla, y de rechazo de fechas que ‘descatalanizan’.
Si los políticos no han sido capaces de encontrar una fecha de consenso significa que realmente no existe ninguna que una a todos los ciudadanos para establecerla como efeméride ‘patriótica’ aunque desde los movimientos catalanistas defiendan a ultranza el 31 de diciembre, fecha de la conquista cristiana de Palma, que no de Mallorca.
Hay que considerar que hace más de 40 años que se eligen democráticamente los ayuntamientos, y nunca han escogido una fecha común de reivindicación como festivo, ni el 31 de diciembre, ni ninguna otra.
Ni tan siquiera Palma, celebrando cada 31 de diciembre la Festa de l’Estendard la ha seleccionado como festivo en su calendario laboral local, ni con alcaldes de izquierdas, ni con soberanistas como Noguera, incluso han ido priorizando a Sant Joan antes que ese día de teórica reivindicación identitaria. Además, hay que reconocer que es una ‘mala fecha’ al caer en un día donde los ciudadanos ya celebran algo significativo, el inicio de un nuevo año.
Entonces, si la Diada responde a intentos modernos de crear un sentimiento de pueblo en una fecha señalada, expresión de mallorquinidad, parece idóneo buscarla en la época del Reino de Mallorca, donde el 12 de septiembre jugaría un papel parecido a un ‘Dia de la Indepèndencia’ del Condado de Barcelona y del Reino de Aragón, sin derramamiento de sangre, y que fruto de ese reino con Jaume II se vivió una época dorada con los monumentos que nos identifican hoy como son la Catedral, el Castell de Bellver y el Palau de l’Almudaina en Mallorca y el Palau Reial en Perpiñán, compatibles con nuestros valores culturales y sociales actuales ajenos a exaltaciones de matanzas bélicas como sí es el 31 de diciembre.