1. adj. Ec. Que emplea palabras rebuscadas y raras para exhibir erudición
Estamos tan acostumbrados a la inmediatez, a conseguir cualquier cosa a golpe de pantalla, al punto que vamos perdiendo el placer del ritmo pausado, de acariciar lentamente, de una conversación sin estridencias, de parar a escuchar la letra de la canción, de besar bajo la lluvia o leer una página más.
Aunque intento desplazarme con calma, mirando, buscando inspiración, el compromiso laboral cronometra mis trayectos, sin embargo, hace unos días, un agradable aroma me guío al interior de una pequeña panadería. No me refiero a una de esas modernas de autor, si un pan puede tener autor. Es más bien una de esas pocas que quedan en los barrios; de las que por las noches tienen luces encendidas y actividad humana; podría decir su nombre, pero estoy convencido de que en este caso generalizar es correcto; a la sonriente muchacha le pedí con mi habitual educación un pan, moreno, grande, cortado, por favor; podría haber sido alguna otra de las opciones expuestas en el mostrador, de igual modo hubiese acertado. Las siguientes veladas el dilema fue ¿qué cenar que pueda acompañar a ese pequeño manjar, ese pan? Es verdad, fueron cerca de tres euros, el doble del precio del insípido pan de gran superficie o de gasolinera; todo un esfuerzo para una familia con adolescentes; una excentricidad que pasa a locura económica si se normaliza, deseamos que compensen; las sonrisas enfrentadas en la mesa, los recuerdos de infancia rememorados, volver a hablar durante la cena y pausar por unos minutos la caja boba. El esfuerzo económico siempre puedo compensarlo; evidentemente a usted se le ocurrirá su minúsculo sacrificio extraído de los actos cotidianos, yo, por si sirve como ejemplo, esta semana iré a trabajar en bus, que sigue siendo gratis y dejando el coche en casa lo ahorro en gasolina, en contaminar y hago un poco de ejercicio físico, que eso también parece que lo vamos olvidando.
Una modesta alegría en ningún momento viene mal y ante la triste realidad, de las dificultades económicas a las que no enfrentamos la inmensa mayoría, cierto es que será mejor que lo escaso a lo que alcanzamos por lo menos sea de buena calidad, que a zurrón de mendigo, nunca bien henchido.
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