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El Govern de Marga Prohens tendría un perfil bajo si no fuera por los líos en los que lo mete Vox. Intenta no dar de qué hablar a los docentes, pasar por encima de los conflictos lingüísticos, tener contentos a los empresarios y no molestar ni a los sindicatos ni al comité de empresa de IB3, el mismo que puso de rodillas a Francina Armengol. Prohens quita algún impuesto, hace leyes y promete lo esperado. Va fent, a las antípodas de José Ramón Bauzá. Pese a esa discreción, empiezan a moverse cosas en su contra. Una son los profesores, 160 de los cuales ya se han reunido en un cónclave con camisetas verdes para resucitar la Assemblea de Docents. Es sintomático. Algo parecido sucede con la Obra Cultural Balear. La dimisión del presidente Joan Miralles da entrada al letrado Antoni Llabrés con una junta directiva ya decidida de antemano. Su hoja de ruta es clara: recuperar el liderazgo social, utilizar la vía judicial contra los recortes lingüísticos y movilizar a sus cerca de 4.000 socios. Ni los docentes ni la OCB tienen ahora motivos claros para salir a la calle y protestar. Todo sigue más o menos igual que con Armengol, la ciudadanía apenas ha notado el relevo en el Consolat. Sin embargo, se están activando maquinarias de contestación. No habrá cera del Corpus para el Govern de Prohens. Mientras tanto, Armengol sigue el hilo de los acontecimientos y está muy pendiente de lo que sucede aquí. Madrid no se le ha subido a la cabeza, al contrario. Ella está con la cuenta atrás para volver al Consolat, si es que el timo de las mascarillas no le impide ser la candidata, claro. Así es que esto se activa, i a les totes.