Todo mallorquín nace, se reproduce y muere pensando que la sobrasada es un invento propio único en el mundo. Con permiso de los nacidos en Calabria que disfrutan de un embutido casi idéntico al nuestro: la n'duja. Incluso hay quien asegura que son los italianos los inventores de este embutido, pero nadie en su sano juicio se atrevería a efectuar tal afirmación en Mallorca. Lo único cierto cuando nos referimos a la gastronomía es que cada país y cada región se puede definir a través de sus recetas o bebidas. Un hecho obvio y que sirve a todos los países para, en cierta medida, ensalzar su identidad, potenciar el turismo y consolidar su economía. Hasta aquí nada que usted ya no supiera.
Que los italianos son especialistas en vender sus productos y sus recetas tampoco es nuevo. Los motivos para explicar este don divino son demasiado largos para ser incluidos en este artículo, pero basta conocer a algún italiano para saber a qué me refiero. Allí se practica un culto desmedido al origen de sus productos y a sus combinaciones en las recetas. Una carbonara incluye guanciale como carne. Y punto. Cualquier otra propuesta es una imitación aceptable y parcialmente tolerada. Pero no es genuina. Como tampoco parece auténtico que el origen de muchos platos italianos sea Italia, a pesar del orgullo con el que lo proclaman. El profesor de Historia Económica Alberto Grandi publicó en 2018 el libro Denominación de Origen Inventada con el que consiguió poner a su país en estado de alarma al afirmar que el origen de muchas recetas no es italiano. Según sus tesis, la carbonara antes mencionada nació en 1952 en Chicago y llegó al año siguiente a Italia. Sean ciertas o no sus afirmaciones, lo que está claro es que su tesis traspasa una línea roja. Con la comida no se juega. Con el orgullo nacional menos. Y en Italia ya ni hablamos.
¿Ocurre lo mismo en España? Creo que no. Nuestra cultura gastronómica es excelente y nuestra oferta muy variada, otra información de la que usted ya disponía. Pero, por lo que respecta a las recetas, no acabamos de ponernos de acuerdo. Las paellas, o arroces, y sus ingredientes son motivo eterno de discusión, aunque aquí debe hacerse una clara excepción: las paellas que se sirven a los turistas en determinadas zonas y locales de playa sí que consiguen unir a todos los nativos y no precisamente por su calidad, lo que ya es un pequeño paso hacia esa unidad. Siguiendo otro ejemplo, aún no sabemos si la tortilla de patatas canónica debe o no debe llevar cebolla. Que, por cierto, y se lo comento por si todavía dudaban, la lleva. Como ven, una vez más no somos capaces de ponernos de acuerdo sobre un aspecto de interés común y preferimos la división. Una división que aporta diversidad y originalidad, cierto, pero que no ayuda a seguir el modelo italiano del orgullo gastronómico que tan bien saben exportar y que tanto éxito les ha dado.
¿Y en Mallorca? No, aquí esto no pasa. Somos una isla pequeña, con una cultura popular muy arraigada y tenemos muy claro lo que nos une gastronómicamente. Un bon frit es un bon frit y la esencia de una ensaimada no admite discusión alguna, aunque últimamente hay quien experimenta, con resultados más bien curiosos, con lo que le pone encima o en medio. Acabaremos volviendo a mencionar una obviedad: una rebanada de pan con sobrasada es un invento delicioso, simple y universal. Bueno, tan universal que hasta los sicilianos la conocen. Cosas de la globalización.
1 comentario
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Buen artículo! Lo que está claro es que la sobrasada no existiría sin el pimentón, que viene del pimiento, que viene de América y que de camino a Europa, lo probable es que llegase y comenzase a cultivarse antes en España que en Italia. Con el tomate, el sofrito y la salsa de tomate, tan indispensables para la gastronomía italiana (pasta, pizza, etc), ocurre exactamente lo mismo. No hace falta mencionar la similitud obvia entre los spaghetti o tallarines italianos y los asiáticos, mucho anteriores. Si es necesario mencionar que en EE.UU se vende aceite de oliva virgen extra español envasado bajo marcas italianas. Lo pasamos por alto aunque solo sea por la industria oleica que nos legaron los romanos. La paella! Despotricamos siempre de las paellas de chiringuito para guiris pero se nos olvidan varias cuestiones. Los que hicieron famosa la paella y sin los cuales no hablaría nadie de ella, fueron los cocineros de chiringuito y su prohibitiva receta. La receta que hizo famosa a la paella no es la que algunos se esfuerzan en llamar auténtica valenciana (pollo, conejo, verdura, etc) sino precisamente una que se ha hecho de toda la vida en Mallorca, la mixta. De hecho las primeras paellas valencianas contenían sobre todo anguila (Albufera=arrozal), rata de marjal (roedor como el conejo), caracoles y pato para las clases pudientes. Y obviamente las poblaciones pesqueras agregaban pescado y marisco. Era plato de subsistencia, aquí llamado arros sec. Por cierto, las mejores paellas, todavía no superadas, las del Rte El Parlament, con el Sr. Reus bajo fogones.