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Manuel Palomino fue director general el IB-Salut la pasada legislatura y teóricamente debería estar al corriente del proceso de compra a la empresa de la trama de Koldo de miles de mascarillas que siguen almacenadas porque no servían para lo que se adquirieron. Una compra de 3,7 millones de un material procedente de China es bastante relevante para acordarse de todos los detalles, pero Palomino ha sufrido de amnesia repentina y no se acuerda ni de simple detalle. Hace una semana se le tomó declaración en la Guardia Civil a instancias de la Fiscalía Europea, pero Palomino no estuvo por la labor de dar muchas claves sobre la compra. Apenas colaboró en aclarar detalles aún desconocidos sobre los motivos por los cuales se eligió una empresa sin ningún tipo de vínculo con el material sanitario.
Durante el interrogatorio se le preguntó en varias ocasiones sobre las personas que le daban las instrucciones sobre el pedido de mascarillas, pero Palomino fue fuerte, igual que Bárcenas, y no se acordó de nada ni de nadie. En la declaración no pudo determinar si los trámites con la trama de Koldo y compañía los gestionó la propia Armengol o su ex número dos, Iago Negueruela, que aún hoy sigue intentando enredar con debates sobre el proceso administrativo que no interesan a nadie, excepto a él y a sus compañeros de partido para generar humo y tapar el auténtico escándalo, que no es otro que enriquecimiento de militantes socialistas con material ‘fake' mientras estábamos encerrados en casa.
De poco va a servir el silencio de Palomino si finalmente el propio Koldo pacta un acuerdo con la Fiscalía para salvar a su familia, aunque lo realmente relevante en este escándalo será si finalmente aparecen conversaciones entre Armengol y Koldo, o incluso entre Negueruela y Koldo. De hecho, es llamativo que el portavoz socialista del barro no haya planteado más preguntas a Prohens cuando la presidenta le preguntó en el Parlament si él mismo había hablado con Koldo. Parece que Negueruela está dispuesto a inmolarse y ligar su futuro al de Armengol, que no parece nada prometedor.