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En el mundo del ajedrez me enseñaron a descifrar rápido las estrategias de los contrincantes. Sánchez siempre juega igual. Posee una inteligencia política evidente. No tiene empatía con nadie ni con nada que no sea él mismo. Ya lo sabemos. Ahora nos distrae con un espectáculo, que si no fuera por la irresponsabilidad que conlleva, podría ser divertido. Los socialcomunistas, al más puro estilo franquista, convocan a la ciudadanía, a la idolatría de su pobre César, incomprendido y mal tratado. Fletan autobuses y salen en coro organizado los Zapatero, Bolaños, Montero y los consiguientes ministros, además de todos los monaguillos regionales. La izquierda radical, temerosa de perder su silla, lo apoya incondicionalmente. Todo muy tierno. Lo sazona el redentor vasco Otegi, con una frase para la historia: «Yo también me siento acosado». Increíble la desfachatez de este sujeto colaborador necesario de una banda asesina que no acosaba, asesinaba y por la espalda, sin dar la cara al puro estilo matón y cobarde. Pero el César va a conseguir muy probablemente su mayor éxito de goles por la escuadra. El primero, eligiendo el momento. Ha polarizado las elecciones catalanas. Ha sacado todo el protagonismo a Puigdemont. Ha conseguido el centro de la estrategia política actual, las emociones. La segunda diana es que hace tiempo que su estrategia es un puesto de relumbrón en Europa.

El PSOE y el Gobierno ya le aburren. Basta ver como su política ya no es nacional, su apostolado palestinoiraní pretende nicho mediático internacional aunque esto puede ocasionarle problemas futuros devastadores. Cuidado con Pegasus. Su desprecio a Israel podría tener consecuencias. Estos tienen información de Pegasus que puede ser brutal. Así, existe otra posibilidad y es que conozca datos que nosotros desconocemos, sobre documentación relativa a su esposa que podrían conllevarle fatales consecuencias políticas para si mismo. La tercera diana consiste en cómo deshacerse de la presidencia del Gobierno, que le queda corta para su ambición. Si se fuera perdiendo unas elecciones o ante una moción de censura, saldría derrotado. Si dimitiera para irse de presidente del Consejo Europeo, que probablemente es su objetivo, sería un gesto que ofendería y lesionara a sus monaguillos del PSOE. Pero si se va por amor y por los «tiros» de los jueces, medios de comunicación y la ultraderecha, consigue su objetivo. Todo un ejemplo de dignidad, valores humanistas, romanticismo y honra de la familia. Irse ahora, justo antes de las elecciones europeas, le da opciones serias de sustituir a Michels en la presidencia del Consejo Europeo. Maquiavello es un aprendiz de brujo a su lado. Dostoyevski, con su novela El jugador, se queda corto al lado de este mago de la desfachatez y el embuste. Enhorabuena maestro. Jaque mate.