TW
1

El año pasado el Ministerio de Defensa ofreció a Ucrania carros de combate Leopard oxidados que permanecían en almacenes a la espera, quizá, de convertirse en chatarra para sacarles algún euro. En un despliegue de solidaridad, dedicamos tiempo, dinero y esfuerzo a ponerlos al día y enviarlos. La noticia me llevó a pensar en cuántas multimillonarias inversiones militares habrán acabado igual. Me dirán que cualquier hogar o empresa hace lo mismo, gasta dinero en artículos que son necesarios y, pasados unos años, inservibles ya o porque su tecnología y prestaciones han sido superadas por otra generación más joven, se descartan sin miramientos. Pero, ojo, aquí hay una diferencia notable: el precio y quién lo paga. Cada uno de los trastos que enviamos a Zelenski costó ocho millones y medio de euros. Una minucia comparada con los más de dos mil millones de euros que se pagan por un solo avioncito de combate Eurofighter. España ha encargado veinte. Ahora que suenan los tambores de guerra en toda Europa, la ministra –presionada por la OTAN y las potencias fabricantes de armamento– pedirá más y más. En un país desgraciado que arrastra una deuda pública que supera el billón y medio de euros. Sí, un millón y medio de millones. Muchos ceros que jamás podrán devolverse, así que de facto estamos en quiebra. Pero de eso mejor no hablamos, porque el discurso oficial es de euforia, de una economía que va como un tiro, de estadísticas que explotan de felicidad. En fin. El caso es que ahora el ministerio de Margarita Robles subasta algunas de sus antiguallas y ofrece carros de combate M60 con el precio de salida de un todoterreno, 45.000 euros. Más pérdidas.