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El denominado Parc Nou Son Dureta, presentado a bombo y platillo a lo largo de varias legislaturas, amenaza con convertirse en un plan fallido, además de en un escándalo económico. Ahora resulta que las obras han sido aplazadas sine die, con los problemas que ello conlleva. Y no porque los plazos se hayan incumplido una y otra vez, sino porque los 10,4 millones destinados al proyecto, a cargo de los fondos europeos, pueden volatilizarse si el edificio no está terminado dentro del primer semestre de 2026; es más, la residencia sociosanitaria tenía que haber sido entregada al Govern en diciembre del pasado año, con lo que el retraso pone en grave peligro su construcción y puesta en marcha. Y por si no fuera suficiente, la empresa, que en enero presentó un preconcurso de acreedores y dejó de trabajar por su cuenta y riesgo, está vinculada con el ‘caso Koldo', todo un culebrón que puede acabar con 120 plazas residenciales absolutamente necesarias y pone en entredicho, una vez más, un complejo sobre el que parece haber caído una maldición.