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Los símbolos matemáticos, por ejemplo, además de simbolizar implican que se están realizando ciertas operaciones que arrojan tales y tales resultados; la política simbólica, en cambio, no. Es sólo un símbolo, y nada más, como el reconocimiento simbólico del Estado palestino para contrarrestar los millares de asesinatos reales en Gaza. Hace mucho que avanzamos a machetazos por una jungla de símbolos, chapoteando en ciénagas simbólicas, y cada vez es más difícil volver a la realidad. Los dirigentes, también de la oposición, no suelen explicar lo que han hecho, sino lo que harán a fin de simbolizar algo, y el Gobierno ya avisó la semana pasada de que hoy martes el Consejo de Ministros reconocería, junto a Irlanda y Noruega y 75 años después de que así lo declarase la ONU, ese Estado palestino fantasmal de muertos vivientes. Este adelanto cronológico de la noticia simbólica, sobre todo cuando se la supone muy polémica, tiene por objeto adelantar también las trifulcas igualmente simbólicas que genere, de modo que cuando llegue el momento (hoy mismo, decía), la actualidad ya haya perdido actualidad, apenas interese, y lo que tenía que pasar pasó. Las enérgicas diatribas de Israel, por ejemplo, y su aviso de que esta vileza antisemita tendrá consecuencias, suponemos que simbólicas. O los chillidos dementes de la señora Díaz Ayuso, presidenta de Madrid, acusando al Gobierno no ya de complicidad con el terrorismo, sino de terrorismo asesino. Nunca habíamos oído nada parecido, pero claro, es que cuando esta señora se pone a simbolizar… Que se luce, en fin. De manera que hoy, día del reconocimiento simbólico, debido a estas contorsiones cronológicas y a que ya sucedió todo lo que tenía que suceder, igual pasa desapercibido el acontecimiento. Ya da igual. La cronología es importante en periodismo, pero no en la realidad política, donde los efectos pueden ser previos a las causas, y qué más da si algo fue antes o después. En la jungla de los símbolos, el tiempo discurre en la dirección que le da la gana, o no discurre en absoluto, como en Gaza, y es muy difícil operar con ellos. Salvo que sean símbolos matemáticos, o logos comerciales. Pero como las consecuencias de este reconocimiento simbólico ya las sufrimos de antemano, no es probable que ahora suceda nada más.