Estuvo brillante Churchill cuando dijo que «el mejor argumento contra la democracia es una conversación de cinco minutos con un votante promedio». Pues, la sacrosanta actividad democrática del sufragio está pensada para ser ejercido con responsabilidad; lo que implica una información suficiente y una mínima actividad reflexiva, que si no se dan, la elección realizada pierde todo el sentido, aunque difícilmente perderá la validez efectiva. Ya que generalmente se está ante un resultado que se tiene por válido y que es defendido hasta lo inverosímil por sus beneficiarios. Cualquiera que hayan sido las circunstancias de su formulación, con tal de que no se hayan roto las apariencias elementales de corrección. (Como sería romper las urnas, falsear groseramente los escrutinios o hechos semejantes). La moral del éxito rige en esa importante institución. Así quien gana en número de votos, de facto gana también la razón. Viene a ser una especie de ordalía moderna. Una institución jurídica vigente durante la edad media, consistente en interpretar mágicamente acontecimientos ritualizados de los que se infería la culpabilidad o inocencia del reo. Todavía se habla de poner la mano en el fuego y no quemarse como forma de expresar que como que se tiene razón o es cierto lo que se afirma, Dios hará que esta se ponga de manifiesto a través de un prodigio.
Churchill y la democracia
Palma31/05/24 0:30
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1 comentario
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La democràcia és una manera de mantenir el poder heretat del feudalisme i fer creure a la gent que elegeix el seu destí. La realitat és que ningú sap que vota i que els partits no poden canviar les bases del joc. No vivim en democràcia, vivim en règims capitalistes que desmonten els serveis públics perquè ja no han de competir amb estats socialistes