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Dos o tres legislaturas sin alcalde ni equipo de gobierno en el Ayuntamiento de Palma han sido excesivos. Ahora afloran los resultados. Son Gotleu es una evidencia de lo desastrosa que puede ser la degradación de una zona antaño entrañable. Guerras interraciales dejan a la población perpleja y a muchos cabreados. Cómo hemos podido llegar a esto, se pregunta la ciudadanía. Una Delegación de Gobierno que no controla la inmigración, siguiendo las indicaciones de un Gobierno social comunista en la performance permanente de buenos, progresistas y vanguardistas. Un seísmo demográfico provocado por la huida del hambre y la miseria de personas que luchan por la supervivencia. Economía irregular. Personas ilegales por no haber filtros estatales. Degradación arquitectónica y urbana. Todo ello y otros factores que sociólogos y expertos explicarían perfectamente son indicadores para entender esta realidad de marginación y supervivencia. Culturas sin adaptación, ni programas eficaces de integración hacen proclive esta torre de Babel que explotó con disturbios graves que se repetirán, seguro. Ahora solo falta que en algún pleno del Ayuntamiento la izquierda pida explicaciones al equipo de gobierno. Sería de traca su desvergüenza. Pero seguro que lo harán.

Ahora, el alcalde tiene que sonrojarse ante la ciudadanía y los medios internacionales por cuestiones de las que debe responder, aunque la responsabilidad es de los anteriores gestores del Consistorio. Palma necesita cirugía radical. Ello no es solo competencia local, ni autonómica, es sobre todo estatal. Menos postureo y más resolución de los problemas. Necesitamos mayor financiación del Estado para aumentar plantillas de atención ciudadana, planes estatales reales para vivienda digna. Regularizar empleo. Gestionar las ayudas sociales desde la razón, no desde la demagogia. Educación no tiene recursos suficientes para realizar un buen trabajo pedagógico y de prevención, con el alud de niños que no hablan nada de ninguna de nuestras lenguas oficiales. Planes reales de integración. Programas de empleo basados no en prestaciones que no sirven para nada si no obligan a los perceptores a cursos de aprendizaje de profesiones. Tenemos la tasa de paro más alta de Europa y faltan camioneros, albañiles y un largo etcétera de profesiones. Sabemos que hay trabajadores que rechazan empleos con seguro obligatorio. Prefieren cobrar en negro y no perder prestaciones sociales descontroladas y sin rigor. Estos avisos sociales en forma de tragedias urbanas, de enfrentamientos étnicos y de quejidos de injusticia social deben ser analizados, debatidos y afrontados con planificación adecuada. Mientras tanto, el alcalde deberá improvisar soluciones para evitar mayores tragedias. Aunque los polvos no fueran suyos, los lodos ahora lo son. Que Dios le ayude y a nosotros también.