La política nacional se ha convertido en estos tiempos en una especie de coitus interruptus y así estamos todos, al borde de la neurastenia, que es un trastorno muy irritante. Este juego de amagar, intentar dar, esquivar y responder, si se puede, con patadas en los escrotos, recuerda mucho ese tipo de lucha libre mejicana, entre enmascarados, donde casi todo está amañado. Así, por ejemplo, Núñez Feijóo se nos aparece como una mezcla cutre, más bien irrisible, entre Huracán Ramírez y Súper Muñeco, mientras que Santiago Abascal parece aspirar a las glorias que sostuvieron a Cavernario Galindo. Lo vimos en el debate sobre la ley de amnistía. Un coito interrumpido, ya digo. Se aprueba la ley pero sin su puntito orgásmico, en espera del resultado de las alegaciones que interpondrá la parte necrófila de la judicatura, jueces y fiscales, y las comunidades autónomas donde desgobierna el Partido Popular; encabezadas por Madrid, claro, donde Díaz Ayuso no ha tardado ni un segundo en dejar a su líder con la palabra en la boca. Y un poco antes, apenas una semana, el reconocimiento de Palestina como Estado.
Miscelánea
03/06/24 0:30
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Hem de deixar de votar partits d'àmbit nacional, són tots banquers o titelles dels poders financers