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De El miedo del portero al penalti creo recordar que un antiguo portero de fútbol mataba a una mujer y se pasaba el resto de la novela divagando y buscando respuestas a sus preguntas. Sé que tendré que releerla para saber adónde quería llevarme Peter Handke. Si me he acordado ahora de esa historia (y ya la tengo localizada para refrescar la memoria) es porque la feria del libro de Madrid (y que coincide con la que se celebra en Palma; no se pierdan esta y dense un paseo por es Born, masifíquenlo); porque la feria del libro de Madrid, digo, le hace este año un guiño al mundo del deporte (libros y/o sobre deporte) y lleva como lema «Entrena tu mente, lee tu cuerpo». Y aunque ya sé que, más allá del título, el de Handke no va sobre fútbol, este sirve para reafirmarme en algo sobre lo que hace tiempo tengo pocas dudas: de la magia de algunas crónicas sobre fútbol y otros eventos deportivos que leo en los periódicos de papel. Uno de los grandes poderes de esas crónicas es que invitan a leerlas, y disfrutar con ellas, aunque no te interese lo más mínimo (o más bien poco) lo que cuentan. Eso no ocurre con otras secciones de los periódicos, y es algo que tiene que ver con el poder de la escritura y el arte de contar. Hay reseñas sobre partidos de la máxima rivalidad o en los que se decide si un equipo sube de categoría, reseñas de ceremonias de inauguración o clausura (de Juegos Olímpicos o así) que son salvas de artificio, pirotecnia lingüística y derroche de adjetivos. No hay mesura con los adverbios ni con las metáforas y, en muchos casos, escasísimos puntos y aparte, y ni falta que hacen. Todavía quedan unos días para pasarse, y pasear, por la feria del libro de Palma. E igual, para hacerse con un libro. Y el domingo próximo, que será día de elecciones, también estarán abiertas las casetas de libros de es Born. Y también los quioscos de periódicos, claro.