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Hoy no hablaré de la aclamada película Titanic (1997), con guion y dirección de James Cameron, sino más bien de su orquesta, tal y como la imaginaron Serrat y Sabina en su álbum con ese título. Sabina aclaró en una entrevista la idea que motivó la composición: «Mientras España está a la deriva, seguimos tocando». Ahora el Titanic se extiende a Europa. Los partidos que soportan a Ursula von der Leyen se muestran felices porque pueden seguir gobernando un periodo más, y mientras Europa se hunde, sigue tocando la orquesta. El presidente francés Macron y el canciller alemán Kohl son ya las primeras víctimas de esa tozudez y ceguera. Pero el centro izquierda se congratula de seguir al mando, planteando nuevos cordones sanitarios y muros, sin analizar por qué la extrema derecha crece sin cesar. Mientras, como ya anticipé en un artículo anterior, los proyectos europeos de solidaridad se debilitan y los fondos Next Generation mermarán. Pero, ajenos a la realidad, el próximo fin de semana en Bürgenstock (Suiza), los representantes mundiales pretenden llegar a un acuerdo sobre la guerra de Ucrania, sin una de las partes (Rusia) y sin China, el presunto avalista. Mientras, crece la inoperancia de la Corte Internacional de Justicia -creada por la Carta de Naciones Unidas- y ello no solo por parte de Israel; Francia hizo lo propio cuando Australia la llevó a juicio en 1974, y EUA rechazó su condena (1986) por sus acciones en Nicaragua. Más de 100 países ignoran este tribunal. En cuanto a la Corte Penal Internacional, surgida del Estatuto de Roma, que juzga no ya a países sino a personas, como también ya mencioné, la propia fiscal de entonces, Fatou Bom Bensouda fue presuntamente chantajeada, tanto por EUA como por Israel. Además, ninguno de estos dos estados es parte del Estatuto de Roma. Su sucesor, el fiscal Karim A.A. Kham denuncia ahora parecidas presiones. ¡Aplausos y vítores! ¡Seguimos gobernando, qué siga tocando la orquesta!