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Quiero comenzar manifestando mi gratitud hacia el colegio Montesion de Palma. Mi hija acaba de cursar el Bachillerato en este colegio. Durante un tiempo, complicado por circunstancias personales, y duro académicamente, hemos encontrado un ambiente maravilloso. La acogida, el buen hacer, la generosidad del equipo directivo y los profesores son increíbles. Tuvimos la suerte de contar con un equipo humano excepcional cuyo apoyo no olvidaremos nunca.

Por eso mismo me desconciertan las noticias de estos últimos días. Hace tiempo que muchos expresábamos nuestro pesar por la desaparición del colegio más antiguo de Europa, situado en pleno casco antiguo de Palma, un edificio que forma parte del patrimonio arquitectónico más bello de Mallorca. Según las informaciones, se pensaba trasladar el actual colegio a Son Moix, restaurar el edificio y construir un geriátrico, donde iban a vivir los diez jesuitas, personas dignas de todo el respeto y la consideración, que ocupan hoy el piso superior del emblemático edificio.

De repente, las cosas cambian. Desde altas instancias se decide dedicar el colegio a la geriatría, pero también a la vivienda. ¿Qué nos hemos perdido? ¿Entramos por la puerta grande en el terreno de la especulación inmobiliaria? Vendemos una parte del alma mallorquina: una construcción que no pertenece solo a los jesuitas sino a todos los mallorquines en general y, en particular, a los alumnos que aprendieron de los textos y de la vida en sus aulas. La resolución manifiesta de que los diez jesuitas que quedan en Mallorca van a ser repartidos por centros de España, obligados, en una edad avanzada, a alejarse del lugar que ha constituido su vida. Diez personas con su biografía a cuestas, su compromiso personal, su actividad intelectual o artística, se verán obligados a un exilio involuntario que no alcanzo a comprender.

Ese no es el espíritu jesuita. No hablamos de los valores que han sido referentes para miles de alumnos. Algunos de ellos se manifestaron frente al colegio con el lema: «No queremos Mallorca sin jesuitas» o «Montesión es de Mallorca».

De corazón, espero que haya alguna explicación para tanto despropósito. Si la cúpula de los jesuitas especula con su colegio mallorquín, los mallorquines no vamos a entender nada.