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Más allá de la reprobable actitud plena de agresividad del presidente del Parlament Balear está el ligerísimo tirón de orejas de la presidenta del Govern, Marga Prohens. Has sido malo y te mereces una buena reprimenda. Escribe cien veces en tu libreta de arandelas «no lo volveré a hacer». Y pelillos a la mar. Claramente en las filas del PP no se atreven a dar un escarmiento a sus socios porque verían peligrar su mandato y eso es algo por lo que no desean pasar de ninguna de las maneras. El poder corrompe los ideales y la dignidad y esto es un claro ejemplo: muestro mi indignación pero no voy más allá de las formas. Pero la educación es sagrada en este mundo y si las maneras de uno son las que vemos podemos vislumbrar un fondo podrido. No es complicado que un tipo acostumbrado a que le rían las supuestas gracietas de Telegram, gracietas tendenciosas y de un dudoso sentido del humor, salte en cuanto le muestran una cierta oposición. Pero la buena educación va reñida con los tipos de traje y corbata, aparentes ciudadanos ejemplares, que sólo entienden su palabra como palabra de ley y niegan a los demás cualquier derecho a réplica. Es curioso que esas actitudes procedan del mismo círculo, caso Ortega Smith lanzando una botella de agua, y todavía traten de justificar su pataleta con la actitud provocadora de las socialistas que forman parte de la Mesa del órgano legislativo. Si un presidente cae en teóricas provocaciones procedentes de una fotografía de una mujer asesinada durante la Guerra Civil es que poco, por no decir nada, puede aportar a una presidencia a la que se presume un mínimo de sensatez, diálogo y sentido común. Pero, claro, me estoy metiendo en un terreno pantanoso porque los ciudadanos ejemplares, aquellos de traje y corbata, y bien repeinados, no destacan por su capacidad empática sino por su capacidad de imposición. Es una lástima que la presidenta del Govern ni siquiera sea capaz de ser rotunda en un caso como este y maree la perdiz con un débil discurso que parecía dirigido a un parvulario.