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El último episodio del culebrón a cuenta de la torpeza mayúscula de Gabriel Le Senne en la sesión parlamentaria de marras es el del supuesto ofrecimiento de Francina Armengol a Marga Prohens de los votos necesarios para destituir al president del Parlament.

Todo en la política española y en la balear en particular está salido de madre. El acuerdo PSOE-PP para desbloquear el CGPJ ha sido una gota de sentido común en un océano de necedad e inquina permanentes.

Armengol, que durante su mandato aprobó el nombramiento como presidentes de la Cámara de elementos de tan acrisolada competencia como Balti Picornell o Chelo Huertas cree, sin embargo, que Le Senne está inhabilitado para el cargo y le endosa su epíteto favorito, fascista. Puro postureo.

Hablemos claro: a Armengol, al PSIB, y al PSOE en su conjunto le importan un pimiento la competencia o incompetencia del president del Parlament y, si me apuran, la figura histórica de Aurora Picornell, que no era precisamente socialista, por más que el líder del PSOE durante la contienda, Francisco Largo Caballero, fuera abiertamente prosoviético y partidario de la dictadura del proletariado.

A Armengol y a su tropa, con groseras carencias en materia de conocimientos históricos, lo único que les interesa de las víctimas republicanas de la Guerra Civil -las otras, ni mentarlas- es aprovecharse del mito para seguir pasando el papel de lija al PP, tratando -de momento, inútilmente- de desgastar a Prohens a cuenta de su único apoyo parlamentario en esta legislatura.

La inquera no le perdona a la campanera sus dos derrotas electorales consecutivas en las autonómicas y las europeas. Mal perder, eso es todo.

Curiosamente, los objetivos de PSIB y Vox son totalmente convergentes. Se trata de conseguir debilitar al PP, o lo que es lo mismo, que el centroderecha moderado no pueda gobernar jamás en Balears si no es con apoyo de la extrema derecha. La desaparición del PI de la escena parlamentaria ha contribuido a este endiablado escenario, pero los autonomistas no parecen dar señales de vida de cara a un futuro próximo. La pinza PSIB-Vox va a continuar, de momento, como ya se evidencia en Cort.

«Nos conviene que haya tensión», Zapatero dixit en 2008, tras una entrevista con el entonces periodista de cabecera de la progresía, Iñaki Gabilondo. Y esta doctrina-basura se ha perpetuado e intensificado hasta el paroxismo con Pedro Sánchez. ZP es el ideólogo y Sánchez el ejecutor. Ha de haber enfrentamiento, división social, guerracivilismo y ocultación de los valores constitucionales del 78 porque en este nauseabundo cieno la triste versión del PSOE que rige hoy -secundado aquí por el PSIB- se mueve como pez en el agua.

La contumaz deslealtad a la democracia española del expresidente del Gobierno es ofensiva para la ciudadanía, y su cobardía política al rechazar mantener un coloquio público con Felipe González una muestra más de la endeblez de los argumentos del más ferviente defensor y blanqueador del régimen de Maduro.

Comparar la talla política e intelectual de González -a quien solo la corrupción de su entorno consiguió descabalgar tras 14 años de mayorías absolutas- con la bajeza de Zapatero y de sus amistades en el concierto internacional resulta una broma de mal gusto.