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Hay cosas muy complejas, con numerosas incógnitas y pocas ecuaciones, que al ser complicadas de entender y muy difíciles de resolver, generan grandes polémicas políticas, científicas y filosóficas. Y mucha palabrería, desde luego. El cambio climático, por ejemplo, o el asunto de los muy ricos y los muy pobres. También la vida y la muerte, el bien y el mal, la verdad y la mentira. Todo eso. Estos grandes temas, bastante literarios, se dejaban históricamente en manos de Dios (de las religiones), y como Dios es eterno, pues los eternizaba. Pero también se eternizan, y provocan colosales disputas, cosas tan simples que, al ser demasiado fáciles de entender, no hay forma de que se entiendan. Ni de llegar a ningún entendimiento, por más palabrería que les echen. Lo de la inmigración y derivados, por supuesto, que siendo un problema de toda la vida, en la actualidad y gracias a las exultantes ultraderechas occidentales, es desde hace años el único tema del día, de cada día, el gran señuelo electoral, y la mayor fuente de conflictos, no sólo fronterizos. Los inmigrantes desesperados se ahogan a millares en cayucos, y para muchos de nuestros obtusos dirigentes, si no se ahogan es peor, porque ni siquiera entre nuestras comunidades autónomas hay acuerdo para la acogida y reparto solidario de menores migrantes. La reforma de la Ley de Extranjería genera broncas cotidianas, y aquí sin ir más lejos, el Govern avisó que ya vamos servidos, tenemos 243 menores (¡243!), y no podemos acoger más. Creen que eso les haría perder votos, y me parece que alguien también aprovechó la ocasión para exigir un tratamiento singular para Baleares. ¡Singular! Los ultras, nacionales y locales, cómo no, lanzan su ultimátum y amenazan con abandonar los Gobiernos que acepten a un migrante, futuro violador y asesino como ya los definió Trump en EEUU. Ojalá abandonasen, pero no lo harán. Sólo están sembrando votos, porque saben que a la gente le gustan las soluciones simples. Quieren estar mejor, y les da igual lo que les pase a los demás. Una idea medieval, y tan fácil de entender que a muchos no nos cabe en la cabeza. ¿Y si fuese cierto que somos así? Eso explicaría las interminables disputas.