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Los ultras deben subirse por las paredes con los disgustos que están cosechado. Y no sólo porque la Justicia les haya empapelado a Gabriel Le Senne por un presunto arranque de odio. El asunto es mucho más demoledor que el furioso rasgado de la fotografía de una víctima del franquismo.

Y es que un adolescente de Mataró, Lamine Yamal, catalanoparlante, hijo de norteafricano y subsahariana, formado como hombre en Can Barça, levantó el orgullo de la España plurinacional, plurilingüística y pluricultural con un disparo técnicamente prodigioso que entró por la escuadra francesa.

Enfrente tenía a profesionales valientes como Mbappé, Tchuameni o Koundé, que hace unos días plantaron cara a la extrema derecha dando apoyo al cordón sanitario galo contra el neofascismo. ¿Puede haber mayor lección de honor que ver a futbolistas multimillonarios protegiendo a sus conciudadanos débiles?

Ya son legión los que están abriendo los ojos a uno y otro lado de los Pirineos. Los demagogos enemigos interesados de los menas y de los desesperados de las pateras ya no engañan. Recordemos que el hijo de una pareja que saltó la valla de Melilla, Nico Williams, es hoy orgullo de la España plurinacional e integradora.

Lamine Yamal iluminó así las conciencias. Con su insuperable chut en forma de arco concéntrico, trazó en la Eurocopa la línea del cordón sanitario que un día no lejano ha de unir a todos los demócratas contra la intolerancia y la rabia.