Vox cayó en una crisis de definición ideológica hace un año con la dimisión de referentes de un partido con una oferta política madura, como Espinosa de los Monteros, dando paso a su ala más falangista. Hoy, rompiendo con el PP de manera abrupta, adopta una postura que le alinea con las fuerzas ultranacionalistas, xenófobas y euroescépticas. Un paso más en este cambio estratégico lo ha dado recientemente al abandonar el grupo político europeo de Meloni, para integrarse en el del más radical de Viktor Orbán que, además, profesa una gran afinidad con Putin. Es cierto que la aparición de Alvise a su derecha, un actor al que no se esperaba, ha influido en que avance por ese camino de la radicalidad. En cualquier caso, ha demostrado una inmadurez política que le inhabilita como socio fiable y lo condena a ser una fuerza testimonial.
¿Quo vadis Vox?
Palma17/07/24 0:30
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