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Una muchedumbre recorría las calles de Felanitx el 13 de enero de 1937. «Han agafat s’Esparter», gritaban. Guardia civiles y falangistas paseaban esposado a un hombre delgado, con barbas desaliñadas y ropa vieja. Era Rafel Estades Adrover, el izquierdista más buscado del pueblo, que llevaba cuatro meses escondido. Como si fuera un via crucis, lo empujaron hasta el Ayuntamiento y lo ataron en la puerta, a la vista de todos, para que pudieran insultarle y escupirle hasta aburrirse. Al día siguiente, apareció asesinado en el cementerio de Palma con seis tachuelas clavadas en la cara. Varios historiadores afirman que sufrió el mayor martirio de la Guerra Civil en Mallorca.

Como han revelado los felanitxers Ramon Rosselló, Aina Adrover, Joan Cabot y Miquel Barceló, la principal causa fue una insaciable sed de venganza. Rafel Estades, alias s’Esparter (por la profesión de sus padres), tenía entonces 47 años y había ejercido de teniente de alcalde de Esquerra Republicana Balear. Era conocido por ser un hombre pacífico que rebajaba la tensión en las peleas entre izquierdistas y falangistas de Felanitx. Sin embargo, le colgaron el sambenito de haber saboteado en 1934 la inauguración del Crist Rei de Sant Salvador tirando tachuelas sobre la carretera. La acción provocó numerosos pinchazos de los coches de los asistentes, incluido el obispo, que tuvieron que subir andando. Al día siguiente, detuvieron a s’Esparter, pero lo liberaron por falta de pruebas.
La venganza llegaría con la Guerra Civil. El alcalde republicano Pere Oliver consiguió huir a Barcelona y Rafel Estades se escondió en su propia casa varios meses. De repente, el 17 de diciembre de 1936, la Guardia Civil comunicó que tres hombres habían confesado haber arrojado las tachuelas por orden de s’Esparter. Ya tenían la excusa. Un juez ordenó incautar todas sus propiedades y en un nuevo registro lo encontraron escondido debajo de la cama de su hija. Parece que el aviso lo había dado una monja que vio ropa de hombre tendida en la casa.

Varias fuentes aseguran que lo torturaron durante todo el trayecto de Felanitx a Palma. Aina Adrover afirma que «el ensañamiento del que fue objeto s’Esparter, con la complicidad entusiasta de muchos felanitxers, sugiere penosas reflexiones sobre la condición humana».

Uno de sus bisnietos es el conocido periodista Gabi Rodas, de Diario de Mallorca. Él explica que la hija de s’Esparter Maria Estades Escarrer «nunca pudo conciliar el sueño y nunca olvidó ni perdonó. Ni le dejaron hablar de ello». Regentó durante muchos años el quiosco de la plaza Mayor de Palma y cuando murió el exalcalde Pere Oliver en 1968 le envió un ramo de flores con la bandera republicana y una dedicatoria: «Del teu amic Rafel».

El pasado mes de mayo se celebró un acto de homenaje junto al Ayuntamiento de Felanitx, donde sufrió el escarnio, y colocaron una piedra de la memoria con su nombre. Su bisnieto afirmó: «La memoria nos ayuda a no caer otra vez en errores del pasado y nos sirve para avanzar como sociedad porque ya se sabe que la historia es cíclica». También participó la actual alcaldesa del PP, Catalina Soler, que defendió la «recuperación de la memoria democrática» para que las generaciones futuras conozcan lo que pasó.