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Pese a la espantada de nuestra ultraderecha, cuya saña contra la inmigración no conoce límites, la derecha (el PP) aún no se ha sacado ese peso de encima, y en lugar de aprovechar la circunstancia favorable para negociar una ley de extranjería presentable, han seguido haciendo aspavientos con el «efecto llamada» y la «avalancha en los próximos meses», exigiendo para ponerse a hablar que se declare la «emergencia migratoria». ¡Emergencia migratoria! Lo que hay que oír. Parece que ahora que ya no tienen a los de Vox subidos a la chepa y aullándoles en la oreja, no saben bien qué hacer y se dedican a echar balones fuera, por decirlo en idioma futbolístico, el mejor para el patriotismo, que ahora satura la actualidad desde hace semanas. Lo que nos recuerda que hace ya muchos años que los porteros no blocan balones, a fin de ponerlos en juego. Los manotean a lo que salga. A eso le llaman despejar, una práctica habitual en política. Donald Trump, lo vimos recientemente, despeja de puño con fruición, y si no tiene nada que despejar, igual agita mucho el puño. Ni me acuerdo de cuando los buenos guardametas blocaban la pelota, y la agarraban como si les fuera la vida en ello (les iba). Y luego, tras darle unos botecitos para amansarla, la devolvían al terreno de juego a fin de que prosiguiese el partido. Que prosiga el partido es precisamente el mayor peligro para la mayoría de técnicos, por lo que prefieren que sus arqueros despejen. Lo cual, a su vez, tiene el inconveniente de dejar balones muertos en el área, que no sólo pueden ser gol sino incluso autogol. Me temo que nuestra derecha, tras liberarse en poco del dogal de los ultras y a falta de contrincante en su terreno, ya sólo meterá autogoles. Como exigir una emergencia migratoria, que no se les ocurrió cuando recibimos de golpe unos 300.000 ucranianos legales. Si en el fútbol la mayoría de goles fuesen en propia puerta, como sucede en política, hace tiempo que no interesaría a nadie. En fin, yo sólo quería decir que, sin apoyo de Vox, nuestro PP sigue haciendo de las suyas. Despejando balones al graderío, que aplaude patrióticamente. Pero me enrollé con ese lenguaje de actualidad. Les ruego me disculpen.