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Després del Diluvi i de la confusió de llengües causada per l’ambició d’edificar la torre de Babel, els descendents de Noè s’espargiren pel món. Jàfet va prendre cap a Europa. Tubal, fill de Jàfet, arribaría a Ibèria amb els primer pobladors. Pere Bonnin (El Teix, testimoni de les cabòries mallorquines, 2012) recoge las referencias del Génesis como parte de la prehistoria mítica. El recuento de sucesivas colonizaciones de la península y las Balears conduce a una conclusión incuestionable: la historia del mundo es la crónica de los desplazamientos geográficos de individuos o grupos; por un amplio abanico de causas, climáticas, económicas, sociales, frente a las que no ha habido ley o disposición que lo impidiera.

El Consell de Mallorca, a través del Institut Mallorquí d’Afers Socials (IMAS), ha lanzado esta semana una demanda de ayuda por falta de recursos – plazas de acogida, dinero – para atender la oleada inmigratoria que está sucediendo en Balears. El goteo de llegada de pateras a todas las islas, sin excepción, es constante. En lo que va de año las embarcaciones ya superan el medio centenar. Han transportado a casi 900 personas y las previsiones apuntan a un incremento persistente. La estadística de la inmigración no recoge con exactitud el número de personas que no han alcanzado el objetivo y han muerto durante la travesía.

Los europeos instalados en el bienestar, la burocracia funcionarial de las instituciones comunitarias, la política tradicional en definitiva, ha ignorado la realidad intentando constreñirla a los países mediterráneos fronterizos, hasta que el miedo a los profundos cambios sociológicos que provoca la inmigración ha aflorado en forma de movimientos políticos extremistas, de izquierdas y de derechas. Explotan con habilidad y demagogia los sentimientos de rechazo para cuestionar las democracias tal como las hemos conocido y fortalecen las tendencias anti sistema. La angustia social adquiere tonalidades de pánico cuando los extremistas mencionan la creciente presencia de la religión islámica en las sociedades europeas. Vox ha hecho de la distribución de inmigrantes menores no acompañados acogidos en Canarias su banderín de enganche para provocar crisis políticas en aquellas comunidades autónomas en las que gobernaba con el PP. La distinción de inmigrantes regulares o irregulares, con o sin papeles, que no es exclusiva de la ultraderecha, suena a parche argumental para calmar inquietudes. Esta semana, en el Molinar, se ha producido un intento de linchamiento de un grupo de argelinos, a quienes se responsabiliza del aumento del número de robos y violencias varias en la barriada. Han ocurrido sucesos similares en Son Gotleu y en el Arenal. Y aunque lo cierto es que apenas hay diferencias entre el malhechor argelino o marroquí, y de cualquier otra nacionalidad, con el delincuente mallorquín, las acciones del primero crean una mayor alarma social.

El reciente campeonato europeo de fútbol ha puesto de manifiesto el cambio social en desarrollo. La selección francesa, por ejemplo, está mayoritariamente integrada por nacionales de ese país pero de origen distinto. Tal como los dos astros españoles del balón, Yamal y Williams. Como enseña la historia de la humanidad, la mutación se aparece como irreversible.