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Que el Ayuntamiento de Palma haga público el proyecto de macro parque periurbano, con múltiples usos, que cumpla la función esencial de pulmón verde y de preservar caminos reales y patrimonio histórico y etnológico, es sin duda una muy buena noticia. También lo es la compra de la finca de Son Quint, aprobada ya en Comisión de Gobierno, y las gestiones en marcha para la compra de las canteras. Tenemos mucho para celebrar, pero también para recordar.

No habría ninguna finca de Son Quint para comprar si en los años 80, la AV de Son Rapinya no hubiera paralizado una gran urbanización de lujo, con parcelas de 7 y 15 mil metros, zona comercial y hasta una clínica. No habría bosque de Son Muntaner para incorporar al parque si en los 90, la misma entidad no hubiera conseguido protegerlo como espacio público ante la urbanización proyectada por Bibelva, ni habría caminos reales a preservar si no se hubiera conseguido mantenerlos abiertos a pesar de los intentos del golf de cerrarlos. Desde luego, no contaríamos con los terrenos de las canteras sin toda la lucha vecinal y ciudadana para detener los proyectos que pretendían convertir la zona en un vertedero y plantear como alternativa su conversión en parque público. Tampoco podemos olvidar los esfuerzos de la AV de Es Fortí por defender la cuña verde, el velódromo, el Tirador y los terrenos del Lluís Sitjar. En este caso es bueno recordar la historia para poder repetirla y reconocer hoy el resultado de la lucha vecinal y ciudadana.