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El pasado sábado, el vicepresidente del Govern y máximo responsable de las cuentas autonómicas, Antoni Costa, nos informaba de la estrategia que se seguiría a partir de ahora para sacar adelante los proyectos gubernamentales: geometría variable. Es decir, negociar con Vox cada una de las iniciativas para calibrar sus exigencias, en función de los resultados se decidirá. No hay otra. Coincido con el portavoz gubernamental en que el ofrecimiento de la izquierda -en especial por parte de Francina Armengol y el PSIB- es un trampantojo, los deseos reales de arrinconar a Vox no han pasado la prueba del algodón; los servicios a la izquierda -y en especial a Pedro Sánchez- que ha hecho el partido de Santiago Abascal necesitan ser recompensados de algún modo.

Queda abierta, por tanto, una etapa nueva en la política balear que pondrá a prueba la capacidad negociadora del Partido Popular, y de manera muy especial el liderazgo social de la presidenta Marga Prohens. Costa asegura que se van a redactar y tramitar los presupuestos generales de la Comunitat Autònoma para 2025, aunque sin ninguna certeza respecto a su aprobación definitiva. Desde el Consolat de la Mar no se oculta que la crisis que le ha dejado en minoría tiene su origen en Madrid, y de manera muy especial por el ya evidente distanciamiento político y personal entre Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal.

Gobernar en estas condiciones no es una tarea fácil, pero como ya se ha dicho hasta la saciedad en los últimos días, el divorcio entre Vox y PP, provocado por los primeros, es una oportunidad de oro que los conservadores no deberían desaprovechar. En el caso de Balears, parece obvio que la ruptura ha dejado muchos descontentos en la ultraderecha. Vox tiene un serio problema de supervivencia durante una legislatura a la que todavía le quedan tres años por delante. Lo que ocurra durante el último trimestre será un indicio de si lo ocurrido ha sido una mera puesta en escena o por el contrario se trata de una guerra abierta entre los dos partidos. En esta última hipótesis la geometría variable de Antoni Costa es inviable, no hay otra salida que un anticipo electoral.

Eternizar los problemas

Miles de ciudadanos salieron a la calle en Palma para reclamar la adopción de medidas contra la masificación turística, un propósito loable si se plantea en términos realistas. Insisto en que resulta cansino comprobar como las principales iniciativas para resolver el problema son casi siempre a costa del residente, un modo de encarar la situación que salva a la Administración de sus responsabilidades. ¡Fantástico! Así cualquiera. El planeamiento municipal amplía el suelo urbanizable sin preocuparse de la red viaria y los servicios básicos de agua y alcantarillado, los colapsos circulatorios se resuelven con la paciencia de los conductores y nunca con la intervención de los agentes encargados de regular el tráfico, lamentamos el encarecimiento del precio de la vivienda y las instituciones son las mayores terratenientes del país que especulan en su beneficio con unas propiedades que son de los contribuyentes. Dejar que los problemas se eternicen es como actúan nuestros gobernantes, con independencia de su color político.