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Las elecciones presidenciales de Estados Unidos están en la mente de todos porque el resultado de éstas determinará el futuro de la economía global y el bienestar del planeta. En plena carrera presidencial, Joe Biden ha comunicado que no se presentará a la reelección y ha ofrecido su «pleno apoyo» para que la vicepresidenta Kamala Harris sea candidata. Limitaré aquí mis comentarios a las cuestiones económicas que envuelven estas elecciones.

El programa económico de Trump se basa en la famosa agenda del goteo de Ronald Reagan: A diferencia de lo que ocurre hoy con las derechas europeas, el objetivo de Trump no es privatizar los servicios sociales y desmantelar el estado del bienestar para ofrecer espacios de rentabilidad a la iniciativa privada. Básicamente porque tales servicios sociales y estado del bienestar son ya prácticamente inexistentes en Estados Unidos. Por eso su discurso económico se centra únicamente en bajar impuestos a los superricos (entre los que él se encuentra) para incentivar la inversión, la innovación, la creación de empleo y todas esas cosas que hacen los superricos cuando les bajan los impuestos.

Por su parte, Biden tenía más y mejores conexiones con los sindicatos y en estos cuatro años de mandato se ha movido hacia la izquierda (empujado en buena medida también por el rol de Bernie Sanders). La política fiscal del todavía presidente ha sido audaz y decisiva para evitar una recesión que la Reserva Federal se empeñó en provocar con sucesivas subidas de los tipos de interés. A diferencia de Barack Obama y Hillary Clinton, Biden fue capaz de recuperar la lógica demócrata más tradicional en política fiscal (si bien parece excesivo vincular su mandato a un nuevo New Deal). Hace ocho años, Hillary Clinton presentó una agenda económica completamente diferente, inspirada en el programa de su marido, Bill Clinton: desregulación financiera, austeridad fiscal y el libre comercio. Probablemente eso explicó, aunque solo hasta cierto punto, la victoria de Trump. Joe Biden es el presidente estadounidense más izquierdista desde Lyndon B. Johnson. Y su gestión de la economía no ha sido, ni mucho menos, mala. Seguramente no era el mejor candidato, pero al menos no era Trump. Y esa es la mejor cualidad que puede tener un candidato. Ahora es el turno de Kamala Harris.

La verdad, sé muy poco de la nueva candidata al despacho oval. Pero sí me atrevo a decir que, en lo económico, al igual que hizo Biden, debería escuchar a Bernie Sanders y no a los neoliberales progresistas que asesoraron a Hillary. También estaría bien que se dejase aconsejar por su padre, Donald Jasper Harris. Harris fue catedrático de economía en la Universidad de Stanford y es ampliamente conocido por haber aplicado ideas post -Keynesianas al estudio de las economías en desarrollo. En Stanford, Harris contribuyó a desarrollar enfoques económicos alternativos y dirigió las tesis doctorales de Steven Fazzari y Robert A. Blecker, quienes luego han inspirado y formado a varias generaciones de economistas post-Keynesianos que hemos intentado aportar algo de rigor científico, sentido común y humanismo a esta lúgubre ciencia social llamada economía.