Nos hemos vuelto tan audiovisuales que todo hay que ponerlo en escena, labor de la que se ocupan los escenógrafos, esos profesionales de las artes escénicas encargados de diseñar entornos físicos, es decir, escenarios. También en política, naturalmente, pues si todo hay que ponerlo en escena, dónde vas a poner la política. Eso requiere una colaboración entre los mencionados escenógrafos y los líderes políticos, a su vez asesorados por sus asesores de imagen, y apoyados por sus portavoces, y ahí es donde empieza a complicarse la cosa, y a resentirse la puesta en escena. La intervención de analistas y comentaristas no ayuda a unificar criterios, lo que multiplica los posibles escenarios, a los que hay que añadir escenarios digitales, bastante incontrolables. Vean la cantidad de problemas escénicos que tiene el aún presidente Biden, a quien no hay forma de poner en escena con provecho. Por otra parte, si en política el escenario clásico son los Parlamentos, nacionales o autonómicos, y no las ruedas de prensa ni los mítines, y la gente no puede soportar los debates parlamentarios, ahí hay un fallo flagrante de puesta en escena. Y si falla la puesta en escena, falla todo.
La puesta en escena
28/07/24 0:30
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