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Llegas, anochecido el sábado, al Meliá Calviá Beach y ya sabes que te alojarás y pernoctarás en este hotel de la familia Escarrer. Pero, aunque la reserva ha sido concertada, y no fue confirmada, desconoces cómo va a transcurrir tu estancia en el establecimiento. No puedes intuir que se transformará en una divertida, excitante y placentera aventura que te convertirá en un inesperado ‘mystery shopper’ durante los cuatro días que vas a vivir frente al islote de sa Porrassa, en la bahía de Magaluf.

Entras como clientes y sales como comprador misterioso o cliente incógnito, teniendo la oportunidad de hospedarte en cuatro habitaciones distintas, de diferentes categorías y en varias plantas del hotel. Como no hay mal que por bien no venga, lo que pudo haber sido una incomodidad dio paso a una experiencia ignota que abrió las puertas a espacios, servicios y las más variadas ofertas, de ocio y gastronómicas, tanto en el interior como en el exterior.

Por ejemplo, el The Level, la profesional y más honesta proposición premium de la marca Meliá, con acceso directo a áreas exclusivas y atención personalizada. Nuestro objetivo, como clientes misteriosos, consistió en pasar desapercibidos.

No puedes llamar la atención. Eres una persona anónima que tiene la ocasión, porque la casualidad también existe, de comprobar la calidad, la gestión y el buen funcionamiento del hotel en su conjunto.
En el Meliá Calviá Beach la actividad no se interrumpe. Cuando descansan los clientes, ya se ponen en marcha las cocinas; las terrazas y los solariums quedan ordenados, y el personal actúa con diligencia y eficacia. Amable y discreto, sin agobios. Es otra ciudad, mecida y mimada.

Todo funciona como los engranajes de un reloj suizo. Una pequeña gran orquesta, cuyo director, Dimitri Kraychev, conduce con esmero, ejecutando cada movimiento sin estridencias. Los clientes, metamorfoseados en amigos, repiten y vuelven.