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De los creadores del ‘federalismo asimétrico’, de los que jaleaban por la armonización y uniformidad fiscal para hacer frente al supuesto dumping fiscal de la Comunidad de Madrid; ahora llega el ‘concierto económico solidario’ para Cataluña.

De confirmarse el Pacto anunciado ayer por ERC, se sacaría a Cataluña del régimen fiscal común y estaríamos claramente ante un nuevo atropello contra la igualdad de los españoles y ante una reforma unilateral del sistema autonómico de financiación, quedando la solidaridad entre comunidades y entre españoles herida de muerte. Y, llegados a este punto, los que abanderan el progresismo, como si de una ideología política se tratara, serán aún capaces de seguir dándonos la matraca con la redistribución progresiva del que pague más quien más tiene. Pero miren, promover los privilegios de unos territorios frente a otros, no es progresista.

Muchos son los que nos preguntamos si Sánchez será capaz de dinamitar el modelo de financiación federal. ¿Cómo se las apañará el PSOE para sacar a Cataluña del régimen común sin modificar la Constitución? De lo que no tengo ninguna duda es que a los nacionalistas les ha tocado la lotería o, mejor dicho, el ‘Cuponazo’ con Sánchez. Ya no le cabe ni una traición más a sus votantes ni a los españoles. Y sí, por supuesto que creo que será capaz de reventar la solidaridad fiscal a cambio de la gobernabilidad de Salvador Illa y será capaz de entregar a ERC toda la autonomía fiscal, aunque esto suponga la ruptura total de nuestro modelo de financiación autonómica. Un sistema de financiación que, por otro lado, lleva obsoleto desde 2014 y ningún gobierno se ha atrevido a reformar.

Y, la izquierda lo seguirá llamando progresismo, cuando lo que verdaderamente están generando son más desigualdades que nunca entre españoles dependiendo del código postal dónde vivan. Vaya por delante que, como buena liberal, como hija del Pacto del 78, creo firmemente en la España de las Autonomías porque creo en las Comunidades Autónomas como elementos de unión y cohesión, y no como reinos de taifas para justificar enfrentamientos partidistas. Porque la unidad de España no es una opción política contingente sino la clave de bóveda de nuestro ordenamiento democrático y un valor superior que garantiza nuestros derechos y libertades públicas a corto, medio y largo plazo. Y por eso me preocupan, y mucho, los peores vicios de los nacionalismos de todo pelaje que pretenden acabar con principios tan básicos para la convivencia en común como son la solidaridad, la igualdad de oportunidades o la primacía del imperio de la ley. El nacionalismo es sinónimo de desigualdad, discriminación y de exacerbación de las diferencias.

Ante esta situación, urge iniciar con carácter urgente el proceso de reforma consensuada del actual sistema de financiación autonómica, con el fin de elaborar una propuesta para un nuevo sistema más justo y transparente, que garantice la autonomía y suficiencia de recursos para todas las Comunidades Autónomas, sin establecer privilegios injustificados entre ellas, y asegurando la igualdad de todos los españoles con independencia de dónde vivan. Eso sí, para que sea justo e igualitario en Baleares debe conseguirse que se tenga en cuenta la población flotante en nuestras Islas y que el factor de la insularidad tenga más peso en el cálculo de la financiación que recibe cada ciudadano balear. Y no, no merecemos que se quiebre el principio de solidaridad, ni que nuestro futuro dependa de las concesiones y privilegios a partidos separatistas.