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Sabía quiénes eran Pep Roig, Tomás Monserrat, Pedro Prieto y Joan Torres leyendo el periódico cuando tenía edad de leer tebeos y empecé a destripar Ultima Hora. Todos ellos fueron fichajes de Pere Serra cuando hace cincuenta años el que fuera presidente de este grupo de comunicación decidió convertir el diario en todo un fenómeno social. Años después conocí a Pep Roig en la antigua redacción de Ultima Hora en Manacor, en la calle Amargura y le observé trabajar sobre el terreno creo recordar por primera vez cubriendo la visita de Gabriel Cañellas a la residencia de la tercera edad y el descanso de Cala Rajada cuando se presentó el proyecto de derribo. Pep no era solo un gran humorista gráfico, con cierto aire de artista bohemio, era reportero y tenía un don especial para granjearse la confianza de las fuentes. Era y es un buen periodista. Tomás siempre iba algo despeinado y con la barba espesa, pero no tenía un pelo de tonto. Le conocí en un reportaje conjunto que hicimos al ciclista Eddy Merckx en Cala Millor. De no ser por él habría quedado como un imbécil ante el astro belga. Prieto era y es un valor seguro. Una mañana allá por los ochenta y pico se fue a Barcelona, entrevistó a Maradona y regresó. Solo él sabe las horas de guardia que ha hecho para capturar una exclusiva tras otra. Y de Joan Torres qué decir. Casi siempre sereno incluso en las situaciones más tensas. El archivo está repleto de historias que pasaron por sus objetivos. Todos ellos tienen algo en común: instinto. Trabajar a su vera y verlos en acción ha sido la mejor escuela porque este oficio se aprende de dos maneras: preguntando mucho y observando mucho. Desde el primer día, hasta el último. Es un honor haber aprendido durante décadas de auténticos hombres de papel.