Albert Einstein opinaba que «el nacionalismo es una enfermedad infantil de los pueblos; el sarampión de la humanidad», que juntamente con las religiones ha sido causante de innumerables guerras, que incomprensiblemente –salvo sea por desconocimiento histórico– algunos no hacen ascos a autoafirmarse como tales; en cuya opinión crítica coinciden, entre muchos otros, el malhumorado vasco de Cestona, Pío Baroja y el gallego de Padrón, no menos célebre; premio Nobel de literatura, Camilo José Cela. Poniendo todos ellos en cuestión la desigualdad que se establece a partir de las llamadas señas de identidad, que pueden ser una lengua, una religión, o una historia común; que, en determinados momentos, funcionan como elementos sagrados que concitan a la reunión de los portadores de tales atributos y que aíslan o segrega a quienes no gozan de tales rasgos identitarios, identificativos de los privilegio que reivindican justificándolos con ellos. De cuya esencia o materia, tangible o intangible debe poseerse por lo menos cierta dosis para poder ser considerados el equivalente a ‘pura sangre', ‘pata negra' o miembro de la ‘tribu nacional' correspondiente.
No tienen remedio
Palma09/08/24 0:30
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4 comentarios
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Tots som nacionalistes, cada cultura és nacionalista. Dins Europa quantes cultures , nacionalitats hi ha.? Dins Espanya que és nacionalista, quantes cultures, nacionalitats hi ha. Sempre hi ha una nacionalitat més potent que s' imposa a l' altra.
¡Qué buen artículo!
Exacto. No tienen remedio. Gracias por decir lo que muchos pensamos
En pocas palabras , muchas verdades.