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De seguir así las cosas, dentro de poco viviremos en un resort, palabra que, por cierto, ya tiene su entrada en el diccionario de la RAE, que lo define como un «complejo hotelero». Vale. Pero, en realidad, un resort es más que un hotel, y todos lo sabemos. No creo que llegue a tanto como una ciudad de vacaciones, pero se le parece mucho.

Un resort es un lugar maravilloso en el que puedes pasar días sin salir del entorno, puesto que cuenta con instalaciones de todo tipo para el recreo de los clientes. Nuestra isla tiene de todo. Con el añadido de que tanto puedes estar en espacios interiores como exteriores, gracias al clima. Hoteles, piscinas, espacios verdes, atracciones varias y, sobre todo, mucho sol. Cómo no venir a pasar las vacaciones aquí. Lo damos todo. Como esos atletas que antes de salir a la pista se dicen a sí mismos, confiados: voy a darlo todo. O como los artistas, por ejemplo, que cada vez la utilizan más en el momento de salir al escenario. Quien está dispuesto a darlo todo a la fuerza tiene que sentirse un triunfador.

Nuestra isla es una gran triunfadora. Muchísimo más que cualquier resort del Caribe o las Malvinas, diría yo. A generosidad no nos gana nadie. Siempre ofrecemos el mejor sitio, el de las vistas más espectaculares. También aprendemos idiomas y algo de cultura de nuestros visitantes (no vayamos a hacerles un feo). Por no hablar de gastronomía; una buena cocina internacional no puede faltar en un resort que se precie. La verdad es que en algunos momentos se me olvida este hecho tan innegable. Supongo que cuando me pongo a pensar en cómo eran antes los lugares más hermosos. Ahora a todos esos lugares no se puede ir, por la aglomeración de gente a la que, en realidad, la isla le importa un pito. Ya hace tiempo que no puedo cruzar la plaza de Cort, de Palma, porque me parece algo irreal, como un fantástico decorado donde lo que pasa no es de este mundo. Sí. Palma entera es como una gran terraza con vistas al mar. Es el resort de tus sueños. No lo dudes, ven.