La incursión de las tropas de Ucrania en territorio ruso no es exactamente una contraofensiva, sino más bien una réplica especular de la guerra de invasión que sufre desde hace 900 días. Una réplica más política que militar por la colosal asimetría en el poderío de las fuerzas contendientes y por los limitados efectivos empeñados en ella, una réplica que sitúa la génesis del conflicto bélico en sus cabales términos, o, por emplear algo del lenguaje actual, que cambia, o rectifica, o recupera, ‘el relato’: Ucrania escenifica con su pequeña invasión del Óblast de Kursk la destructora guerra de invasión que emprendió Putin en febrero de 2022.
Los objetivos secundarios de la audaz acción militar ucraniana son diversos, pero también, en alguna medida, ilusorios: forzar a Rusia a canjear los territorios ocupados por uno y otro país en unas futuras negociaciones de paz, o descongestionar el frente del Dombás, donde las fuerzas de Kiev sufren derrotas y pérdidas. Sobre el primero de esos dos supuestos objetivos, o sobre ambos, ningún análisis se compagina con la esperanza de una pronta paz, pues Putin, como Netanyahu en Gaza, no la buscará hasta que no culmine su guerra de exterminio. El ruso, de exterminio de una nación; el israelí, de un pueblo. Armas y ferocidad les sobran para ello, y ambos carecen de depredadores.
Pero contraofensiva o réplica especular, su objetivo principal, el de la recuperación del ‘relato’ y su anexo de reverdecer la moral de un país y un ejército exhaustos, está cumplido, aunque queda por ver la brutal reacción de Putin. En todo caso, y en el plano estrictamente militar, la sorpresiva acción ucraniana ha obtenido el éxito inicial gracias a eso, al factor sorpresa, al secreto de su preparación, nada que ver con la contraofensiva del pasado año que, anunciada durante semanas a bombo y platillo, permitió a las fuerzas rusas reforzarse y repelerla. Ahora bien, se trata de un éxito militar que no distrae del monumental fracaso de la humanidad que es, siempre, la guerra. Sobre los campos de Kursk, como sobre los del Dombás, se pudren los cuerpos de hombres jóvenes, apenas despojos bajo el uniforme.
La contraofensiva
16/08/24 0:30
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5 comentarios
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SonrocaTot és interpretable, els palestins vivien en condicions d'apartheid i varen atacar per demanar atenció internacional, també hem de tenir en compte que israel no té cap dret a expandir-se. D'altra banda, en Putin va contestar a l'Euromaidan, una maniobra d'occident per canviar el govern d'Ukraïna i posar-ne un prooccidental. Per tant, ningú és 100% bo o dolent, les coses són més complexes
CapdefavaMe temo que tiene razon!
SonrocaDudo que eso ocurra con las sociedades de las que hablamos, sobre todo teniendo en cuenta el peso de religiones que predican la venganza, la pena capital (la saría), la infravaloración de la mujer, etc... Hemos asistido a ver cómo algunos de esos estados, seudodemocracias o dictaduras, se convierten en repúblicas islámicas donde campa el terror y además lo exportan.
Un pequeño detalle: Rusia fue el agresor mientras que Israel fue el agredido y, ademas, de manera salvaje: mujeres violadas y torturadas, niños y ancianos asesinados a sangre fria…. Historicamente en los paises agredidos subyace un deseo de escarmiento al agresor (contra los alemanes en Dresde, contra los japoneses en Hiroshima…) con el deseo de que sea la ultima vez… Es lamentable pero tambien comprensible. En Alemania y Japon funciono convirtiendose en paises democraticos y pacificos
El Sr. Torres tirne pinta de ser un equidistante que escribe bien, en el caso de la guerra de Ucrania. En el otro, sólo distante.