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El novelista argentino Ernesto Sábato (1911-2011) afirmó: «Un buen escritor expresa grandes cosas con pequeñas palabras; a la inversa del mal escritor, que dice cosas insignificantes con palabras grandiosas».
Para escribir bien no se necesitan palabras grandilocuentes. Las palabras sencillas y claras, bien entrelazadas, son las que nos sabe ofrecer el que de verdad escribe bien.

Admiro a los mejores clásicos españoles que dicen mucho en pocas palabras y lo dicen maravillosamente bien, de forma expresiva y penetrante, por ejemplo Francisco de Quevedo.

Otro gran clásico de la literatura universal que dice muchísimo en pocas líneas es san Agustín.

Aprendamos de los clásicos a escribir con claridad y profundidad a la vez. Un ejemplo de ello fue Joseph Ratzinger, después Benedicto XVI.