Casualmente hace dos semanas mi texto sobre los paraísos mentales coincidía con una portada que nos relataba el alto grado de enfermedades mentales que padecemos aquí. Ello nos exige ponderar el problema del turismo para no dejar de abordar tantos otros que son constantes y también de suma importancia. Además de los sobradamente conocidos están llegando más pateras que nunca y hay una escalada de la violencia y los delitos que es abrumadora. Y todo ello nos hace absolutamente insuficientes en tantos asuntos y necesidades que entiendo perfectamente esa sensación de impotencia, de rabia, de desesperación que pueden desencadenar en patologías mentales de distinto alcance y características. Una sociedad insatisfecha, infeliz e incapaz (no creo que estemos en este punto) dinamita sin duda todos los logros conseguidos y entre ellos la democracia y el turismo lo son. Entre esas curas que mencionaba están las lecturas y una de ellas ha sido el tratado La democracia de Georges Burdeau al que voy a dedicar un artículo porque hay muchas ideas y citas que creo es importante compartir. Perdiendo esa capacidad de reflexionar me niego a preguntarle a la inteligencia artificial qué es la democracia y menos aun cuando esta se nutre de las conductas y los comentarios que se vierten en el ciberespacio donde la sociedad es todavía más cruel y cobarde. Prometo pues una síntesis de un libro que no es tan veraniego como lo último del gran JC Llop que no abandona su Mediterráneo interior y vital del que nos deja muchas pistas el archivo de RTVE en un documental que recomiendo. La Ibiza de 1966 magníficamente expuesta en el programa ‘Fiesta’. Se lo recomiendo porque entenderán ese vivir de antaño que no sólo debe inspirar a nuestros escritores sino que también debe ser el sustento de medidas presentes y futuras. Tenemos, pues, esos hitos que nos explican la rápida evolución que hemos sufrido y que con la partida de los que la propiciaron ya no sabemos gestionar. Ellos –padres y abuelos– fueron o son el puente del escenario actual que tanto nos irrita a pesar de todas las bondades y beneficios para la res publica que ya he explicado en otras ocasiones. En el citado documental escucharán valoraciones positivas del turismo y la necesidad de salir de una miseria colectiva que debía ser enorme. Lo cuentan también algunas veteranas de s’Arracó en un breve documental, Pauma, donde hacer trozos de cuerda en corrillos de vecinas o familiares era una manera de subsistencia. Nuestros jóvenes se ven abocados a una desesperación que debe tener solución como también vislumbraron un futuro mejor aquellas generaciones en los que la mayoría de niños se veían obligados a trabajar (siendo casi épica su escolarización). El verano nos obliga a pensar y a no parar y de nuevo una DANA nos recuerda que hay cosas que requieren permanente acción y pedagogía; dos claros ejemplos son tener los torrentes impolutos o no autorizar nuevas edificaciones en zonas inundables.
Reflexiones de verano
Palma22/08/24 0:30
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1 comentario
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Habia que hablar de otras cosas y acabas alabando al turismo, sí, el de nuestros padres y abuelos para confundirlo con lo de ahora, que es peste. Y la peste se veia venir hace tiempo, menos los políticos mediocres, vendidos a estructuras suprademocráticas (El Mercado) y a teóricos sabios ilustrados que NO aportan nada nunca. Celofán, sí, nada dentro.