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Hace ya bastante tiempo que me pasa una cosa muy curiosa. No tiene ni pizca de gracia, pero ya le estoy poniendo un poco de resignación. Resulta que en todas mis camisetas de verano y en los jerséis de invierno, poco después de haberlos estrenado, se me van formando pequeños agujeros –que con los días se van agrandando– en la parte de la cintura. Y siempre en la derecha. Da mucha rabia, porque la mayoría de las veces no tiene arreglo, y tengo que acabar tirando la prenda a la basura. Mis intentos de investigación han sido infructuosos. No soy capaz de adivinar por qué se me agujerea todo en el mismo sitio. No lo entiendo. Después de haberlo comentado con las mujeres de mi familia –que se tronchan, por cierto, con el asunto–, me han dado algunas respuestas que tampoco han servido de nada. Me dijeron que tal vez fuera la hebilla del cinturón de los pantalones. Imposible: nunca llevo cinturón. También pensaron –como yo– que la culpa era de la perra, que siempre llevaba las uñas largas y a la que tenía a menudo entre mis brazos. Pero ya no tengo perra y los agujeritos siguen ahí. Tampoco son de los cigarrillos, entre otras cosas porque fumo poco. Y, además, los agujeros causados por los cigarrillos suelen ser perfectos círculos. En algunos casos, si me gusta mucho, me he vuelto a comprar lo mismo, y de nuevo se me ha agujereado. Y no importa en absoluto la calidad: a mí se me agujerea todo, tanto si es caro como si es barato. Un caso terrible ha sido lo que me ha ocurrido con mi camiseta de Bukowski, una que lleva diferentes frases suyas sobre un fondo gris (como esta: «You have to die a few times before you can really live»). Era mi camiseta preferida, aunque apenas la he podido llevar. Dos veces la tengo, con idénticos agujeros sobre el ombligo. La he vuelto a buscar, pero creo que ya no la fabrican. En fin, todo muy desagradable. Si este raro fenómeno le ha ocurrido alguna vez y tiene la solución al misterio de los agujeritos, le agradeceré lo indecible que me la haga saber.