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Apunto ya de expirar agosto, en el tramo final de las vacaciones veraniegas, apenas hay noticias nacionales reseñables que llegarse a la pluma; ante tal sequía, cualquier chorrada se eleva al nivel de lo noticiable, desde la muerte del pingüino gay australiano que incubó una cría con su pareja a las diatribas semánticas que el PSOE y ERC se traen con lo del acuerdo fiscal para el primero o el concierto económico para los segundos. O el juez Peinado mismo, que metido a psicoanalista nos dice que de la negativa a declarar de Sánchez, de su silencio, deduce y extrae muchas conclusiones. Citando a Groucho, nuestros jueces están llevando la excelencia al extremo de la mediocridad.
En la otra orilla del Atlántico la cosa está más animada. Venezuela, por ejemplo, donde el Tribunal Supremo acaba de validar las elecciones y el «concierto internacional» no para de hacerse cruces. Entre la estupidez de Maduro y las ansias desenfrenadas de los que quieren borrar el chavismo de la historia, que son legión, el páramo caribeño puede acabar en tierra de rastrojos. Pepe Múgica se ha quedado sólo defendiendo la repetición de las elecciones.

Más arriba, en Yankeelandia, la convención en Chicago del partido demócrata acaba de elegir a Kamala Harris, arropada por Clinton y Obama, como su candidata presidenciable. Sangre fresca. Pero los americanos son expertos en cambiarlo todo para que no cambie nada, como bien se enterarán, si llega a ser presidente, los palestinos, por poner un solo ejemplo.