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Aprovechando su condición de gran estrella de Hollywood, el políglota, polifacético y plurinacional Viggo Mortensen, actor y director que entre otros idiomas habla élfico por su papel de Aragorn en El señor de los anillos y catalán por su mujer, la actriz Ariadna Gil, consiguió recientemente idear, escribir, producir, dirigir, interpretar y poner música a un western, género que ya no existe. Porque sí, por gusto. Se titula Hasta el fin del mundo, pero no es por eso por lo que hoy hablamos de él, sino porque nos enteramos hace poco que también es socio de Òmnium Cultural, la asociación política y cultural catalana faro del independentismo, algo más meritorio que ser hincha del San Lorenzo de Almagro. Y puesto que los indepes, contra sus costumbres grandilocuentes, no se han jactado aún de tener en sus filas nada menos que a Aragorn, que también fue Alatriste y, sobre todo, el señor Hitch en Appaloosa (con un rifle más largo que él), pues lo decimos nosotros. Un célebre actor nacido en Nueva York, pero criado en Argentina, que reside con frecuencia en Madrid y es poeta, músico y pintor (comprensible que intente resucitar el western), no es un personaje de los que abundan.

Viggo Mortensen ha interpretado a todos los héroes habidos y por haber, y como al parecer no tiene miedo a nada, hasta interpretó a Freud, un papel insalvable, de los que hunden a cualquiera. Que también sea socio discreto de Òmnium, aunque por parte de señora, es algo que nos llena de admiración. Por supuesto, preferimos admirar al señor Mortensen por sus otras y múltiples facetas, pero este exótico dato, bastante desconocido, hace que las admiremos más. Ya no hay estrellas de Hollywood como Viggo Mortensen, de presencia magnética con o sin caballo. Y que lo mismo hablen castellano, lunfardo, catalán o élfico.