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El plazo para resolver el enigma del nuevo marco de relaciones entre el Partido Popular y Vox se está agotando, una cuestión que en el caso de Baleares adquiere una especial trascendencia por cuanto afecta a la continuidad del presidente del Parlament, Gabriel Le Senne. Fue la dirección estatal de la ultraderecha, Santiago Abascal, la que finiquitó los acuerdos con los gobiernos autonómicos cuando los conservadores aceptaron el reparto de Menas (menores no acompañados) propuesto por el Gobierno. La decisión afecta de lleno a Le Senne, afectado además por su impropio comportamiento en la tribuna del pleno cuando rasgó una fotografía de Aurora Picornell, emblemática represaliada del franquismo.

La presidenta balear, Marga Prohens, daba la impresión de que estaba dispuesta a aprovechar la oportunidad de marcar distancia con Vox y debilitar a un claro adversario en la pugna por el electorado más conservador. Sin embargo, con el paso de las semanas y meses todo indica que los ánimos, por ambas partes, se han calmado y se buscan mecanismos de reconciliación. Muchos cargos que dependen del Govern no ocultan su preocupación por las consecuencias de una eventual ruptura, cuyo efecto más inmediato sería una clara inestabilidad institucional y el bloqueo legislativo de numerosos proyectos.

El órdago de Abascal es la prueba definitiva de hacia dónde quiere llevar Marga Prohens el PP balear, una decisión que –reconozcámoslo– está íntimamente ligada a los instrucciones que reciba de Alberto Núñez Feijóo, el presidente nacional. La continuidad de Le Senne como presidente del Parlament se tomará en la calle Génova de Madrid, aunque ello suponga poner en entredicho la voluntad política de su líder en Balears. Es mucho lo que Prohens pone en juego con este episodio en el que jugar al cortoplacismo puede poner en jaque el futuro electoral al final de la legislatura.

En las actuales circunstancias no cabe esperar otra actitud en el seno del PSIB con respecto a su secretaria general, Francina Armengol. No hay arrestos suficientes para plantear la necesidad de ir preparando una alternativa en la hipótesis, muy probable, de que la presidenta del Congreso quiera quedar anclada en la política estatal. No es menos cierto que la voluntad de la inquera es irrelevante frente a los deseos e intereses personales de Pedro Sánchez, pero me consta que no es sencillo el regreso cuando se ha probado el poder estatal.

Lamentos estériles

Soprende que todavía se repare en el cierre de comercios en el centro de Palma o establecimientos de cierta relevancia, aunque sólo con décadas en funcionamiento. La estocada de las grandes cadenas y del comercio electrónico es inevitable, lo de anar a veure mostradors carece de atractivo para la clientela actual. Sin embargo, también conviene recordar los graves errores del pasado que propiciaron y allanaron la llegada de la nueva oferta comercial; más acorde con los tiempos. Recuerden cuando las calles comerciales eran un páramo los sábados por la tarde, mientras el servicio al cliente se despersonalizaba a marchas forzadas. Aquella despreocupación es el insoportable lastre del sector. Ya no hay remedio.