Entre los pocos intelectuales (uso el genérico) que nos quedan y que pueden ser contados con media palma de una mano, yo destacaría a una mujer, que no necesita cuota, y que tiene mucha diligencia, inteligencia y erudición. Está claro que me refiero a Rosa Planas Ferrer, colaboradora habitual de Ultima Hora, y autora de numerosos estudios de investigación y libros sobre nuestro acervo cultural o universal, porque Rosa tiene esa alquimia luliana o capacidad (tubos comunicantes) de pasar de lo universal a lo local y de lo local a lo universal, con lo que siempre nos da una perspectiva muy personal de todo lo que escribe. Perspectiva condimentada por una cultura que, hoy en día, solo tienen muy pocos vivientes y que antes —entre los nuestros— tuvieron Llorenç Villalonga o Cristóbal Serra. Todo esto viene a cuento porque Rosa acaba de publicar, en la editorial ya legendaria de José Olañeta, Palma. Entre la calma i el vent: evocación (con prólogo de Àngels Fermoselle) de una ciudad cuando era transitable, reconocible y la gente se saludaba por la calle y se pedía azúcar o sal a la vecina (a la que a veces se miraba discretamente, pero con gula) o cuando los niños jugaban en la calle y volvían a casa felices y aporreados. Rosa nos describe a su manera y temáticamente una Palma que ya no existe, perdida, más perdida que el Machu Picchu antes de ser encontrado. Sigue nuestra escritora la senda de Marius Verdaguer y su Ciutat esvaïda, con una diferencia, la urbe descrita por Verdaguer tenía salvación y se salvó, pero la descrita por Rosa ya no la tiene: el tiempo nunca volverás atrás, la globalización ha canibalizado todo y asistimos a un mundo sin asideros, creo que el mundo actual es asqueroso.
Sueño y (no) despertar de Palma
Palma28/08/24 0:30
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1 comentario
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Que difícil, para los que lo hemos vivido, aceptar la transformación, la pérdida del paraíso. Gràcies per sa recomanació literària!