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El mundo siempre ha necesitado, y en cantidad, toda clase de lenitivos, calmantes, suavizantes, analgésicos, tranquilizantes y bálsamos para mitigar y ablandar la realidad cotidiana, que si es muy grave exige ya cuidados paliativos. Sin lenitivos, entre los que lo mismo caben fármacos, religiones, filosofías y entretenimientos, seguramente nos habríamos extinguido hace milenios, ya por guerras o de pura desgana. Y además, sin paliativos. A mí de jovencito, en un colegio de curas franquistas, me servían de lenitivo los tebeos, las novelas de Dumas y Silver Kane, los westerns y, vistas a distancia, las chicas. Lo normal. Luego, la cosa ya se fue complicando, porque en tanto que lenitivo el sexo no está nunca a la altura de las expectativas, es un ni fu ni fa, y los efectos analgésicos de la filosofía dejan mucho que desear. A menudo puede exasperar la cantidad de disparates que llegaron a pensar algunos de nuestros mejores cerebros. Te quitan las ganas de ser razonable. La comida, el tabaco y ciertas bebidas prodigiosas son excelentes lenitivos, aunque esporádicos, porque funcionan de uvas a peras, como las relaciones sentimentales, que casi nunca están cuando se las necesita. Por falta de continuidad. Los entretenimientos (deportes, ficciones, chistes, tecnología, cotilleos) son el lenitivo universal para casi todos los males, y de ahí que esa del entretenimiento sea la mayor industria del planeta. Aunque últimamente, desde que ya todo es espectáculo, la intromisión de la política en ese ámbito de las distracciones terapéuticas, y su poder expansivo, están mermando su efecto balsámico y suavizante. Igual aquí necesitaremos lenitivos especiales para la política, porque hay que ver con que fervor y furor han iniciado el curso político nuestros representantes. Qué energías, por favor. No sé si habrá lenitivos para eso, ni calmantes, y más vale que cada cual se busque los suyos entre las abundantes ofertas del mercado. Ansiolíticos, series de televisión, fútbol, cambiar de pareja, nuevas aplicaciones para el móvil, cantantes pop, novelas de misterio. El que mejor les vaya. La elección del lenitivo para cada ocasión es algo muy personal. También un derecho humano.