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Estamos viviendo la semana del ‘orgullo mallorquín’ a propósito de la decisión del Consell de Mallorca de intentar recuperar una Diada más mallorquina con la fecha que marcó el inicio de la autonomía de la Isla frente a la Corona de Aragón, el 12 de septiembre de 1276, y la celebración de esta a través del aniversario de la bandera de Mallorca, con sus 40 años de antigüedad y el fomento de su exhibición patriótica.

La bandera de una nación, comunidad, región o ciudad con sus colores y símbolos identifica la herencia cultural, los valores que comparten sus miembros y sus aspiraciones. Su simbolismo permite reconocer los lazos comunes que se tienen con otros territorios, y lo que les diferencia.

Respecto de la bandera de Ciutat, la gran mayoría de los palmesanos desconocen cuál es la que les identifica como ciudadanos del municipio de la Muy Ilustre, Noble y Leal Ciudad de Palma. Seguramente la mayoría de los lectores se lo estén preguntando mientras leen este artículo. Por si no lo sabía, la ciudad y la isla tienen la misma bandera. Por ello, cuando vuelva a observar la imponente fachada de Cort, verá ondeando junto a las enseñas nacional, autonómica y europea, la palmesana, y no la de Mallorca, aunque sean la misma.

La bandera de la ciudad se recuperó por parte del Ajuntament en 1907, hace más de 40 años, bajo la influencia de los símbolos distintivos propios de la enseña concedida por el rey Sanç a la ‘ Universitat, Ciutat i Regne de Mallorca’ en el 1312, aunque no se corresponde exactamente con la asignada por el monarca mallorquín; el pabellón de la ciudad (y del Reino) en esa época estaría formado de cuatro cuarteles, alternando las armas de los reyes mallorquines (dos o tres barras rojas) y las del castillo de la Almudaina, en blanco sobre fondo azul. En la recuperada en 1907, estamos ante una bandera no cuartelada y con el fondo morado, color ajeno a la heráldica mallorquina, en lugar del azul. Dicho color se debe a un error en la traducción del término medieval latino ‘livido’ en la frase del rey sobre la bandera: «Castri albi positi in livido» –castillo blanco sobre azul–.

Ante este desliz, cabe preguntarse si se puede plantear su rectificación. La enseña de Mallorca goza de tal reconocimiento y consolidación entre todos los ciudadanos, que cualquier esfuerzo en su propuesta de modificación seria en vano. Asimismo, ha desplazado completamente su posible identificación con Ciutat, a pesar de ser el Ajuntament la primera institución que la recuperó. Si escogiéramos al azar a cien palmesanos y se les mostrase la bandera, ninguno diría que es la de su municipio. Ninguno. Todos se referirían a ella como la de Mallorca.

En cambio, teniendo en cuenta el desconocimiento generalizado de la bandera palmesana, se puede mirar con optimismo la posibilidad de abrir ese debate a nivel municipal por la solidez de los objetivos a conseguir: el reconocimiento de los lazos comunes de los palmesanos frente a otros municipios; la recuperación de un símbolo de su patrimonio en su versión genuina, y vinculado con el escudo de la ciudad, procedente del sello otorgado por el rey Conquistador en 1269.